“Buenas noches argentinos”, dijo Mauricio Macri al abrir la presentación de 45 segundos en el auditorio de la Universidad Nacional del Litoral, conocido como “el paraninfo”, ante los 300 invitados de los seis candidatos presidenciales y la Cámara Nacional Electoral, organizadora del debate. Le tocó arrancar el debate histórico, el primero que se realiza por una ley votada por el Congreso de la Nación en noviembre de 2016. Y rápidamente fue al punto: “Hemos resuelto problemas que arrastrábamos hace décadas, pero también sabemos que queda mucho por lograr», para que «logremos los cambios que faltan necesitamos tiempo, en la Ciudad de Buenos Aires logramos así lo que parecía imposible porque todo se puede”.
En su entorno festejaron. No querían arriesgar en este primer debate, sino arrancar destacando los logros de gestión. Después de mucho discutir si convenía un perfil más juvenil o desapegado, llegaron a la conclusión de que lo que el público querría ver era un Presidente en control de la situación, orgulloso de lo que había alcanzado hasta aquí con su equipo, y decidido a continuar hasta lograr los objetivos que más se hacían desear en materia de inflación y pobreza. Al terminar, “el Presidente se mostró muy contento con el desempeño, logró decir lo que quería”.
Tranquilo y concentrado, vestido con un austero traje azul, camisa celeste y una corbata celeste (solo en ocasiones muy especiales se viste formal), cuando le tocó hablar de las relaciones internacionales dijo que “lo que hicimos fue solo para abrir oportunidades de trabajo para los argentinos” y aseguró que “esto recién comienza”. “Firmar un tratado con la Unión Europea-Mercosur fue muy importante y no sé por qué los demás candidatos no lo reconocen», dijo y destacó que se trató de «un acuerdo que nos abrió a un mercado de 500 millones de consumidores, Canadá, México, Corea y Singapur, nuestras exportaciones crecen todos los meses, demostrando que el mundo es una enorme oportunidades”.
Sobre Venezuela fue muy claro. Dijo que habían reconocido a Juan Guaidó como presidente encargado y a Elisa Trotta como única embajadora venezolana en la Argentina porque “abstenerse de expresar una posición, es complicidad”. Cuando le tocó profundizar su posición, se abocó a su batalla contra el narcotráfico. “Cuando llegamos al Gobierno parecía que queríamos que el narcotráfico avance en nuestro país. Defender la familia argentina implica defenderla del narcotráfico. Me preocupa algunas definiciones sobre el tema que hicieron algunos candidatos de la oposición”.
En el capítulo de economía y finanzas sabía que tenía su punto más flojo, por eso apeló a la historia. Habló de las décadas en las que venimos cargando la inflación, la obsesión por el dólar y la pobreza que en los últimos años tuvo “un 36% promedio”. Finalmente, puntualizó que “no podemos seguir así, tenemos que cambiar». Y reconoció lo que ya dijo en otras oportunidades, que “hoy quiero decir que pensé que iba a ser más simple, ahora estoy más esperanzado porque escucho que todos compartimos los mismos diagnósticos, ahora vamos a poder generar un acuerdo para una economía estable, como ya sucedió con la democracia”. También el fin de mes ha sido angustiante y agobiante, el esfuerzo no fue en vano, no se siente en el bolsillo pero estamos mejor, tenemos energía, con estas bases, con un consenso estamos para entrar en una nueva etapa de alivio para la clase media”.
Sobre la deuda que tomó su Gobierno, lo hizo para reducir el déficit fiscal. Y dijo un dato preciso, hasta ahora desconocido. “Mi Gobierno se endeudó por el 26% del PBI, y el kirchnerismo por el 38% del PBI. Estos son los números verdaderos”, aseguró. Y “me sorprende que Alberto Fernández me criticara cuando él mismo dijo que la presidenta Kirchner destruyó la economía, que cerró la economía, aumentó la pobreza y dijo la verdad”.
Luego de expresar que «me hace feliz ser presidente de un país donde se vive en libertad, creo en la libertad y no concibo vivir en un país sin pluralidad de ideas, aunque sean distintas a las mías” y destacó que “históricamente hay grupos a los que les ha costado más. Es inaceptable que haya desigualdad entre las mujeres y los varones”, al tiempo que resaltó que en su gestión se creó el “Plan Nacional de Igualdad, ya que Argentina y Cuba eran los dos países sin un plan de igualdad para combatir la violencia de género”. Recordó que el nuevo Instituto Nacional de las Mujeres perfeccionó la toma de denuncias, “cuando llegamos ni se atendía el teléfono, ni tampoco había estadísticas”. Y se mostró comprometido con la más lacerante agenda del género: «tenemos que terminar con los femicidios, es un compromiso que tenemos que asumir como sociedad”.
El Presidente quiso profundizar el capítulo sobre “derechos humanos, diversidad y género” hablando de las víctimas de la inseguridad. «Estamos en contra de los delincuentes. Estamos muy cerca de las víctimas y no puedo creer el nivel de abandono que tuvieron de parte del Estado”, dijo Macri. Y cuando le tocó el turno de cerrar volvió al principio, “lo más importante a defender es la libertad, si no hay libertad, hay miedo”. “Es un valor que no se puede negociar, espero que los argentinos lo cuidemos especialmente en esta elección”, propuso.
En cuanto a educación y salud, Macri contextualizó el problema diciendo que “estamos frente a la mayor revolución tecnológica y científica de la historia” y después aseguró que “emprendimos una revolución en materia de educación desde el primer día de Gobierno, por eso lanzamos las pruebas Aprender, que fueron resistidas al comienzo y ya están avanzando”, generando resultado muy positivos en lengua y matemáticas. “El presupuesto en ciencia y tecnología es el que más creció en la Argentina, les pido que vayan a ver los proyectos que están en el área». Criticó duramente que Alberto Fernández no hable de lo que hicieron en materia de estadísticas y se animó a una chicana en relación al candidato de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, «supongo que ahora propondrá hacer una narco-capacitación en las escuelas”, dijo.
En el camarín, tal como lo adelantó ayer Infobae, el candidato estuvo acompañado por su esposa, Juliana Awada, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, sus asesores de discurso, Hernán Iglesias Illa y Julieta Herrero, y el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis.