La primera vez que se comunicaron fue en 1972. La santafesina Eglantine Manchuqui le envió una carta al ciudadano estadounidense Bill Dula como parte de una actividad escolar. Tras recorrer miles de kilómetros hasta Estados Unidos, la carta llegó a destino y él le respondió casi de inmediato. Por entonces, ninguno pensó que ese sería el inicio de una relación de amistad que no conoce de barreras, de distancias ni de idiomas.
Eglantine tiene 63 años y nació en la ciudad de San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe. Bill, de 65, es jubilado y nunca había salido de su país. Ahora ambos están juntos en la casa de ella, disfrutando de hablar por primera vez cara a cara y no a través de lápiz y papel.
El vínculo se forjó hace 47 años. Eglantine tenía 15 años y cursaba el tercero de la secundaria en el Colegio Nacional N° 1 de esa localidad santafesina. Durante una clase de inglés, su profesora les propuso a los alumnos escribir una carta que sería luego enviada a un colegio en Ohio.
“Nos pidieron los datos personales, llenamos una planilla y escribimos”, recordó Eglantine frente a Infobae. La suya fue a parar a las manos de Bill.
En su texto ella se presentó, pero además le pidió al destinatario “si no tenía ningún problema en contestar”. Esa respuesta viajó y llegó a San Lorenzo a los tres meses. Bill cumplió el pedido: le contó de su vida, de su escuela, de su familia y hasta le detalló sus características físicas.
Desde entonces se volvió una costumbre, que no se interrumpió a pesar de las obligaciones y los problemas personales de cada uno y que no se alteró ante los cambios de época, con la llegada de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería.
Eglantine redactó en inglés la mayoría de las cartas, mientras que Bill lo hizo en español. Después de la primera, le siguieron muchas otras. “Muchas más de cien”, asegura la mujer sin poder precisar la cantidad. No las tiene contadas pero sí bien conservadas entre folios protegidos en una carpeta. Las guarda junto a algunos regalos que el hombre también le envió.
La última carta aún no llegó. Es más bien una tarjeta que Bill compuso en septiembre y en la que le avisaba a su amiga que tenía planeado viajar a Argentina para conocerla personalmente, en su primera salida fuera de su país. Era una visita programada para celebrar el cumpleaños de la mujer, el 12 de octubre.
El pasado jueves 10 de octubre, sonó el teléfono en la casa de Eglantine. Era Bill, quien le dijo que se encontraba en Buenos Aires y estaba en el aeropuerto de Ezeiza. El llamado tomó por sorpresa a la mujer. Emocionada lo comentó en su casa y la decisión se tomó en un solo minuto: Eglantine y su marido partieron raudos a buscarlo.
Encontrarlo no resultó sencillo. Bill no habla español y no tiene celular. Nunca se habían visto y solo les quedaba reconocerse por la voz, aunque solo habían hablado por teléfono dos veces en todo este tiempo. «Encima había un mundo de gente”, recuerda ella.
A Eglantine se le ocurrió entonces llevar “un cartelito” con su nombre e ir a la oficina de informes a pedir ayuda “para tratar de ubicarlo a través de los altoparlantes”. Pero allí le dijeron que eso no se podía hacer y le aconsejaron que lo buscara en la zona de los bares.
“Cuando subimos la escalera mecánica, no sé qué fue lo que pasó pero di vuelta a la izquierda y dije ‘ahí está, es ese’”. Bill estaba agachado y de espalda. “Me puse frente a él y le dije ‘Bill’; él levantó la cabeza, me vio y me llamó ‘Eglantine’. En ese momento se me pasaron los 47 años por la mente, fue una emoción muy grande para los dos, muy fuerte”, revela la mujer.
Para ella estar juntos es “un broche de oro a una historia que no terminó” pero que transita el “inicio de otra etapa”.
“Ahora las cartas tienen cara”, sostiene la mujer y define su relación simplemente como “rara”.
Mientras pasan sus días entre reuniones con familiares y amigos —»aquí en la ciudad, todos saben de la amistad que tenemos con Bill y lo quieren conocer”, cuenta ella—, el hombre comenta que su viaje no tiene plazo. “No sé cuándo regresaré a Estados Unidos, como estoy jubilado no tengo apuro. Estoy disfrutando este tiempo”, dice a Infobae.
Bill trajo entre sus pertenencias todas las cartas que Eglantine le envió. En todas ellas, al final los dos repitieron durante estos 47 años un guiño compartido: escribieron “tu mejor amigo en todo el mundo”. Y renglón seguidos, las firmaron.
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