La falta de educación y negligencia, caldo de cultivo para el COVID-19 en Honduras

La falta de educación y negligencia, caldo de cultivo para el COVID-19 en Honduras

Un hombre hace fila para ser atendido en un banco este viernes, en una calle de Tegucigalpa (Honduras). EFE/ Gustavo Amador
Un hombre hace fila para ser atendido en un banco este viernes, en una calle de Tegucigalpa (Honduras). EFE/ Gustavo Amador (EFEI0373/)

Tegucigalpa, 16 may (EFE).- La falta de educación, la indiferencia y la negligencia de mucha gente en Honduras son como un caldo de cultivo para el coronavirus SARS-CoV-2, cuyo pico sigue en alza, aumentando a diario los casos de muertes y contagios, según fuentes médicas. «Uno de los grandes problemas del ciudadano es su nivel educativo bajo; además, hay una tendencia en la población a la negación, un mecanismo psicológico para negar que existe un problema, aunque lo tengan. El tercero tiene que ver con la negligencia personal», dijo a Efe en Tegucigalpa el científico hondureño Marco Tulio Medina. Desde el 11 de marzo, cuando fueron registrados los primeros dos casos de enfermos con el COVID-19, en dos mujeres hondureñas procedentes de España y Suiza, el país centroamericano suma 134 muertos y 2.460 contagiados. MAL SISTEMA SANITARIO Honduras, que siempre ha tenido un deficiente sistema sanitario, porque la mayoría de sus gobernantes no han invertido lo necesario para una buena salud y educación de la población, enfrenta además el problema de que las pruebas diarias de PCR para detectar la enfermedad, son muy pocas, menos de 600, en el mayor de los casos. Al ritmo que va la pandemia, desde los nosocomios estatales se ha venido advirtiendo sobre una saturación que se viene por la falta de camas para tantos pacientes que irán llegando. Médicos de hospitales públicos en San Pedro Sula y Tegucigalpa, norte y centro del país, que tienen la mayor incidencia de casos de la mortal enfermedad, a diario claman por un mejor comportamiento de muchos hondureños que retan a la muerte al no protegerse para evitar el contagio del coronavirus. «A quién le importa si me muero de coronavirus», dijo a Efe un hombre que fue requerido en la entrada de una farmacia, a la que llegó sin mascarilla, lo que exigen llevar puesta en los distintos comercios autorizados para atender al público, de lunes a viernes. Una mujer, que se identificó como Dalila, acompañada de tres niños pequeños, uno de ellos cargado en brazos, indicó a Efe que es «muy pobre» y que «ando pidiendo comida -en una zona residencial de clase media en el sur de la ciudad- para mis hijos porque no tengo dinero para darles de comer, peor para comprar mascarillas». Añadió que donde vive, en el barrio Las Torres, también en el extremo sur de la capital, uno de los 140 donde se han registrado varios casos de coronavirus, «tampoco nos llega el agua para lavarnos las manos con jabón, como dicen los doctores». La cuarentena, vigente desde el 12 de marzo, con un toque de queda que se ha venido extendiendo, al menos hasta mañana, domingo, no todos la cumplen y, muchos de los que salen de su casa el día que les corresponde de acuerdo al último dígito de su carné de identidad, van sin mascarillas, gel antibacterial y guantes. Otros tampoco guardan la distancia de al menos un metro y medio para evitar el contagio de la enfermedad, lo que hace presagiar a los profesionales de la medicina que la situación será muy grave entre mayo y junio. LA ESTIGMATIZACIÓN, OTRO PROBLEMA SOCIAL El científico hondureño señaló además que «muchas veces nuestros pacientes, es lo que también está pasando actualmente, se quedan en casa y hasta que están muy graves se van al hospital. Es una combinación de los tres factores, falta de educación, indiferencia y negligencia». «A esto hay que agregar el problema de la estigmatización en las poblaciones hondureñas. Alguien que padece una enfermedad es estigmatizado; entonces, la persona llega a tener miedo de expresar que tiene una enfermedad porque lo van a estigmatizar, lo van a aislar», enfatizó Medina, ex decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Además, según Medina, la estigmatización, máxime en situaciones como la que vive el país por la pandemia del coronavirus, puede afectar de diferentes maneras el núcleo familiar. La estigmatización ha llegado incluso a comercios y bancos que le han impedido el ingreso a personal de la medicina y enfermería; que alguien haya sido rechazado por su familia o que se niegue el entierro en su comunidad, a un paciente fallecido por coronavirus, aduciendo que pueden contaminar a los demás. REABRIR GRADUALMENTE LA ECONOMÍA Medina, que también trabaja con un proyecto sanitario con la Organización Mundial de la Salud (OMS) asociado a la lucha contra el coronavirus, expresó que mucha gente, en gran medida del sector informal de la economía, sale a las calles por la necesidad, ya que si no se hacen de algún dinero cada día, no tendrán para comer. Igual sucede con los muy pobres, a quienes la necesidad de alimentos les lleva a salir a diario a pedir comida, dinero o cualquier otro tipo de ayuda. El profesional no descarta que el país incluso pueda sufrir de una severa hambruna si el coronavirus se sigue expandiendo, y cree que la cuarentena debe continuar por más tiempo. «Hemos estado hablando con la iniciativa privada y la Universidad sobre cómo alcanzar el equilibrio para reabrir la economía del país de una manera lenta, en aspectos prioritarios, evitando con ello que tengamos un nuevo pico de casos en Honduras», añadió. Medina considera que en el país también se deben poner en marcha mayores medidas de bioseguridad y aumentar el número de pruebas PCR y rápidas «para poder establecer lo que denominamos la ‘seroprevalencia’ y estar seguros del panorama». «Entonces, sí es real el riesgo de que tengamos un empeoramiento de la epidemia si no se siguen medidas en las cuales podamos controlar este problema», acotó. Germán Reyes

Fuente: Infobae