John Le Carré, el espía que se convirtió en el legendario escritor de ficción de espionaje en inglés, murió a los 89 años. “Con gran tristeza debo anunciar que David Cornwell, conocido en el mundo con el nombre de John Le Carré, falleció tras una corta enfermedad (no relacionada con el covid-19) en Cornualles el sábado 12 de diciembre por la noche. Nuestro pensamiento está con sus cuatro hijos, sus familias y su querida esposa, Jane”, indicó Jonny Geller, director del grupo Curtis Brown, agencia artística con sede en Londres.
El hombre de cuya imaginación salieron personajes como el agente George Smiley, un icono de la Guerra Fría, deja un legado de libros en los que, desde la ficción, explicó como pocos las tensiones que atravesó el mundo durante la Guerra Fría en obras como “El espía que surgió del frío” o “La Casa Rusia”.
Con una vida casi tan apasionante como sus escritos, Le Carré comenzó a trabajar para los servicios secretos británicos mientras estudiaba alemán en Suiza, a finales de los años cuarenta y sirvió a Su Majestad durante casi 20 años antes pasarse a la literatura.
Su tarea era reclutar, dirigir y cuidar espías detrás de la Cortina de Hierro desde una oficina en el edificio del MI5 en la calle Curzon de Londres. Inspirado por su colega del MI5, el novelista John Bingham, comenzó a publicar thrillers bajo el seudónimo de John le Carré – a pesar de que su editor le aconsejó que optara por dos monosílabos anglosajones como “Chunk-Smith”.
Su carrera como agente secreto terminó en 1964, al parecer porque su identidad falsa se vio comprometida por un agente doble, el célebre Kim Philby, intelectual británico reclutado por la KGB y elemento clave de una impresionante operación de contrainteligencia soviética que a los británicos les llevó décadas terminar de desbaratar.
De hecho, esa operación es el hilo conductor de la célebre saga escrita por Le Carré, con el agente Smiley como personaje central, y llamada la Trilogía de Karla (El topo –escrita en 1974-, El honorable colegial -1977- y La gente de Smiley -1979).
Sus compañeros le rindieron emotivos homenajes. Stephen King escribió: “Este terrible año se llevó un gigante literario y un espíritu humanitario”. Robert Harris dijo que la noticia le había dejado muy angustiado. “Fue uno de los grandes novelistas británicos de la posguerra, y un personaje único e inolvidable”, afirmó. Adrian McKinty describió “El topo” como “simplemente la más grande novela de espías jamás escrita”, mientras que el historiador Simon Sebag Montefiore lo llamó “el titán” de la literatura inglesa: “En persona era cautivador, fue tan amable y generoso conmigo y con muchos otros”.
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