“La belleza es relativa. Muchos creen que tienen a la mujer más bonita cuando todos se voltean a mirarla. Pero yo creo que tienes a la más hermosa, cuando ya no quieres a ninguna otra”, dicen que afirmó Charles Bukowski. Y algo de eso debe haber sentido Ryan Reynolds cuando se enamoró de Blake Lively. Es que en cuestión de compromisos, el protagonista de Deadpool era un “hueso duro de roer”. Revisando su historial amoroso se desprende que le gustaba y mucho estar de novio, pero llegado el punto de “dar el sí definitivo” entonces, patitas para que te quiero.
Repasemos. Ryan estuvo en pareja con Alanis Morisette pero también con Melisa Hart, Kristen Johnston, Scarlett Johanson, Sandra Bullock y Charlize Theron. Todas talentosas, bonitas, inteligentes y graciosas. De esas mujeres que la gente “se voltea para mirarlas”. Con todas se dejó fotografiar en galas y eventos, incluso con Scarlett se casaron, pero apenas duraron dos años. Ryan, con su cara de adolescente eterno, parecía destinado también a la falta de compromiso eterno hasta que conoció a Blake Lively y decidió que por fin ya no quería a nadie más.
Pero hasta llegar a Lively, su gran amor, Reynolds tuvo varios romances. El primero fue en el siglo pasado. En 1996 conoció a Melissa Joan Hart mientras grababa Sabrina, la bruja adolescente. Aunque eran chicos, el actor había cumplido 20 años, hubo pasión y luego de un tiempo, ruptura. Quizá influyó que ella estaba de novia aunque aceptó que “Nadie se veía tan bien con mechones rubios ondulados y un anillo en el pulgar como Ryan”.
Dos años después, el muchacho se puso de novio con otra compañera de elenco. Mientras grababa Two Guys and a Girl se enamoró de Traylor Howard. Ella era diez años mayor, pero no importó al principio. Duraron ocho meses.
Reynolds siguió en el rubro actriz y en 1999 comenzó a salir con Kristen Johnston, compañera en 3rd Rock From the Sun, otra rubia bonita. Nuevamente la relación no prosperó aunque ella guarda buenos recuerdos. “Fue muy agradable, un gran tipo, encantador”.
Siguieron romances con Kristen Johnston y otro con Rachel Leigh, cada relación duró exactamente un año. Algo más que un suspiro pero no tanto como un abrazo eterno.
Parecía que sus relaciones venían con fecha de vencimiento asegurada cuando, en el 2002, Drew Barrymore invitó a Reynolds a su cumpleaños. En el festejo estaba Alanis Morissette. En ese momento la cantante canadiense estaba en la primera línea de la fama con 30 millones de copias vendidas de Jagged Little Pill. Artista famosa y actor no tan conocido, pero que buscaba serlo, comenzaron a charlar. Alanis sintió que aunque se estaban viendo por primera vez, lo conocía “de toda la vida”. La simpatía natural de Ryan unida a su cara de chico bueno, ideal para presentar en reunión familiar, provocó que ella se dijera “por primera vez voy a estar en una relación y no estaré insatisfecha”.
Apenas trascendió que Reynolds y Morissette estaban de novios, fotógrafos, periodistas y seguidores entraron en estado de “noticia permanente”. Pasaban las semanas y la relación parecía consolidada. Vivían juntos. Ella le mostraba los demos de sus canciones y él de los guiones, viajaban a lugares donde disfrutaban de su intimidad, pero también posaban abrazados, sonrientes y enamorados en galas y eventos. “Es una criatura tan solidaria. Me siento muy amada, en una especie de sueño. Siempre me siento feliz a su lado”, declaraba ella enamoradísima en la revista People.
Todo parecía fluir, tanto que luego de dos años de noviazgo comenzaron los planes de boda y hasta hubo pedido de matrimonio en Canadá. Alguna campana de alerta sonó cuando el novio declaró: “Estamos disfrutando mucho de esta fase. Sentimos que ya estamos casados”, pero no parecía preocupante. Sin embargo, lo fue.
Nunca se conocieron las causas reales de la ruptura. Trascendidos hubo muchos, certezas pocas. Se dijo que él había tenido un romance tan corto como intenso con Jessica Biel. Se especuló que Reynolds era muy competitivo y no soportaba que su novia tuviera mejores oportunidades laborales. Se aseguró que la presión de ser “la pareja del momento” y que cada uno de sus movimientos quedaran expuestos se volvió intolerable. Se teorizó que no estaban preparados para pasar de un buen noviazgo a un comprometido matrimonio. Los ahora ex novios informaron su ruptura al estilo Hollywood: con un breve comunicado.
Pero a los dos meses de la ruptura, Ryan apareció feliz y sonriente de la mano de su nueva novia. Nada más ni nada menos que Scarlett Johansson. Alanis quedó destruida. Durante dos años no logró componer una mínima melodía ni cantar. Pero como la “venganza es un plato que se come frío” compuso Torch un tema que deja bien claro como un ex te puede romper el corazón en tantos pedazos que no hay cuchara que ayude a juntarlo. Compruebe el lector si este tema no es tan triste como catártico.
Mientras Alanis curaba sus heridas, Ryan disfrutaba de su amor por Scarlett. En 2007 se conocieron y al año siguiente se casaron en las afueras de Vancouver. Nunca se vieron fotos de la boda. Oh, el amor, el amor. Pero no. Dos primaveras después de dar el sí, se divorciaron. “En realidad no comprendía bien lo que era el matrimonio. Creo que, de algún modo, le di una visión demasiado romántica”, dijo la actriz.
Con Sandra Bullock también se rumoreó que vivieron un romance mientras filmaban La propuesta. La complicidad y el enamoramiento en pantalla no parecían actuados pero la actriz aseguró que “lo que se ve es simplemente el cariño de una amistad de 10 años”.
Con la que sí tuvo una relación que quedó en la mitad entre el “touch and go” y el “somos novios” fue con Charlize Theron. Salieron apenas dos meses pero rompieron al parecer por diferentes expectativas. Ella quería formar una familia y él, bue, él era Ryan Reynolds.
Mientras su carrera cinematográfica daba pasos cada vez más firmes y seguros. En el thriller Enterrado interpretó a un hombre encerrado en un ataúd y que solo contaba con un encendedor, un teléfono y 90 minutos de oxígeno. Así se despegó de su imagen bonachona para pasar a otra un poco más dramática. En el 2011 protagonizó Linterna Verde. Fue durante ese rodaje que conoció a Blake Lively.
Al comienzo y mal que le pese a los guionistas de Hollywood y a los que escribimos este tipo de historias no hubo campanitas que sonaron, mariposas en el estómago ni siquiera cosquilleo hormonal. Se miraron, se saludaron y se hicieron amigos. Durante un año charlaron, se rieron, fueron compinches, se contaron penas y sueños pero siempre en el rol de amigos de fierro y sin derechos.
Compinches y con relaciones informales decidieron organizar una cita con sus parejas. Y entonces vaya a saber si Cupido se despertó, si las hormonas decidieron cumplir su función amatoria, si el destino llegó, lo cierto es que ni nosotros que lo escribimos ni ellos que lo protagonizaron conocemos a ciencia cierta qué ocurrió en esa cena. Porque en un momento la cita doble se transformó en una cita única. Ryan y Blake olvidaron a sus acompañantes. “Fue la cita más rara para esas dos personas porque había fuegos artificiales entre nosotros”, dijo gracioso el actor. Empezaron la cena como amigos y la terminaron como novios. Es que como aseguró él no hay “Nada mejor que ser amigo de tu futura esposa”.
El 9 de septiembre de 2012. Se los veía radiantes y la novia aseguraba “Nunca fui tan feliz”. Si algún pariente preguntó por lo bajo “¿apostamos cuánto druan?” no solo no trascendió sino que se debe estar tragando sus palabras porque desde entonces están juntos.
La boda sin embargo no estuvo exenta de una pequeña gran polémica. Se casaron en una antigua plantación de Carolina del Sur llamada Boone Hall. La vieron en redes y se enamoraron del lugar. Tiempo después se enteraron que era un sitio que había esclavizado a centenares de esclavos. “Eso es algo por lo que siempre estaré profundamente arrepentido. No hay manera adecuada de pedir perdón por aquello”, sigue disculpándose el actor sobre el lugar elegido. Por eso, después de unos años se volvieron a casar en su casa para intentar borrar ese recuerdo. La pareja se convirtió en portavoz de asociaciones que luchan contra el racismo. Donaron 200 mil dólares a la familia de George Floyd después de que fuese asesinado por la policía. En sus redes publicaron “Nos da vergüenza reconocer que en el pasado nos permitiésemos estar desinformados sobre lo arraigado que está el racismo sistémico”.
La pareja pronto se transformó en familia. Son los papás de Inés, Betty y James. Esta última es una niña pero recibió un nombre que es tradicionalmente masculino. Fue bautizada así en homenaje a su abuelo paterno que falleció luego del nacimiento de su nieta. Ryan reconoció que siempre tuvo un vínculo difícil con su padre. “Era bueno en muchos aspectos, pero era duro con nosotros”, dijo alguna vez. Al comenzar su relación con Lively, ella lo ayudó a enmendar ese vínculo. El nombre de su primera hija fue parte de esa reconciliación.
Durante la pandemia, lejos de mostrar lo “mal” que lo pasaban confinados en su mansión decidieron hacer de su vida de privilegio una responsabilidad. Donaron 200 mil dólares para ayudar a mujeres aborígenes de Canadá pero además entregaron un millón de dólares para ayudar a los bancos de alimentos de Estados Unidos y Canadá. En sus perfiles continuamente alertaban a sus seguidores sobre la importancia de permanecer en sus casas y guardar cierta distancia social para mitigar la propagación del virus.
Ryan y Blake forman una pareja querida por todos. Aprendieron a no amargarse con las redes sino a utilizarlas como un fenomenal modo de comunicación. Suelen bromear sobre ellos y reírse de su mundo glamoroso. Por ejemplo, en los cumpleaños publican fotos del cumpleañero donde sale muy desfavorecido. Cuando Lively cumplió 33 años el actor le escribió: “Feliz cumpleaños, Bax. Te haría un pastel, pero te mataría. Todo lo que horneo es veneno. Si tuviera que ir a la guerra, solo llevaría un horno”. Otra vez que ella aseguró en broma que estaba embarazada, él le contestó. “Estaré fuera de la oficina a partir del 22 de julio y hasta mediados de la eternidad y por siempre jamás. Si necesitas ayuda inmediata durante mi ausencia, por favor contacta con alguien. Con cualquiera. Si no, contestaré a tus mensajes en cuanto me sea posible tras mi poco probable regreso. Gracias”.
Si le preguntan sobre su pareja, el actor contesta con un hilarante “En realidad solo existimos como pareja online” y agrega “está fabricada por el sistema de marketing, realmente nos ha funcionado bastante bien”. Y sobre su paternidad también suele bromear. “Ser padre es la mejor sensación de este mundo”, aseguró “Sin contar todos esos años maravillosos que pasé sin hijos, por supuesto”.
Hoy el “novio fugitivo” asegura que su vida le “encanta, todo es increíble”. Y ya nadie le escribe canciones desgarradoras porque le rompió el corazón.
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