Quiere erigirse en uno de los líderes políticos en esta porción del mundo. Percibe que lentamente los espacios de centroizquierda o de izquierda, o al menos los más cercanos al denominado progresismo, recuperan la fortaleza que supieron ostentar hace unos años en América de Sur. Alberto Fernández sabe que no será fácil su tarea en la Argentina para salir airoso tras los efectos de la pandemia pero igual mira más allá de las fronteras. Por eso se lo vio tan contento con el triunfo de Luis Arce, el candidato que apoyó su amigo Evo Morales en Bolivia, luego reforzó en su viaje a Chile los contactos con los representantes de los partidos a los que siente como más afines y ahora su apuesta fue por Andrés Arauz, en las elecciones ecuatorianas.
Arauz es el candidato al que decidió respaldar Rafael Correa, presidente de Ecuador entre 2007 y 2017, quien permanece exiliado en Bélgica luego de que lo condenaran a 8 años de cárcel por hechos de corrupción. El joven economista, quien cumplió 36 años el sábado 6, recién obtuvo su habilitación para participar contra otros 15 aspirantes a la presidencia de su país en diciembre de 2020, luego de varias impugnaciones del gobierno que hasta el 24 de mayo ejerce Lenín Moreno. Pertenece a la alianza Unión por la Esperanza (UNES) el mismo espacio que integra Correa, de quien fue ministro de Conocimiento y Talento Humano, de Cultura y Patrimonio y director general bancario del Banco Central de Ecuador. Con el 70% de los votos computados, en las primeras horas de este lunes, Arauz se imponía con el 32%, mientras que sus competidores Guillermo Lasso y Yaku Pérez disputan en un empate técnico quién ingresa al balotaje. “Nuestro triunfo es contundente en todas las regiones de Ecuador”, celebró a través de sus redes sociales el referente de la coalición Unión por la Esperanza (Unes).
En algunas de sus declaraciones previas a los comicios, el delfín de Correa expresó que su triunfo podría transformarse en “un barómetro del giro a la izquierda” del continente y apoyándose en los resultados electorales de otras naciones espera que “se consolide un retorno a la ola progresista que ya vivimos en alguna parte de la historia reciente de nuestra América”. Fernández, que al igual que Cristina Kirchner quieren sumarse a esta ola, anhelan que en Chile pierda las elecciones de fin de año el derechista Sebastián Piñera y que lo mismo ocurra en 2022 con Jair Bolsonaro en Brasil.
Los contactos de Arauz con Fernández se profundizaron una vez que se lo consagró como candidato. Se habían encontrado en La Paz durante el fin de semana en el que Luis Arce asumió como el nuevo jefe de Estado de Bolivia a principios de noviembre. Y luego, entre el 3 y el 5 de diciembre Arauz viajó a nuestro país para entrevistarse con el presidente, con la vicepresidenta Cristina Kirchner y con varios funcionarios más como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff, y el senador por el Frente de Todos, Mariano Recalde, buscando reforzar sus aspiraciones presidenciales.
A mediados de enero, la relación entre Fernández y Arauz volvió a quedar en el centro de la escena porque el ecuatoriano, durante el debate entre los candidatos en los comicios de este domingo, afirmó que el mandatario argentino le había prometido más de 4 millones de vacunas contra el coronavirus. Fernández tuvo que aclarar que la promesa solo era de “interceder” en favor del abastecimiento de dosis para ese país, golpeado fuertemente por la pandemia. Igualmente renovó su compromiso para negociar con el laboratorio que produce la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca.
“Como hemos conversado, en la Argentina se produce la vacuna desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, la que debe ser envasada en México para su posterior distribución en el continente. No obstante ser este un emprendimiento privado, renuevo mi compromiso para interceder ante las autoridades de este laboratorio a los fines de que se contemplen las necesidades del querido hermano pueblo del Ecuador”, le señaló Fernández en una carta a Arauz.
En la misiva, también se ofreció a mediar con el resto de los laboratorios que fabrican vacunas contra el coronavirus: “De igual modo, en caso que lo consideren necesario y oportuno, pondremos todo nuestro esfuerzo para ayudar al Ecuador en sus gestiones con otros proveedores”.
Se lo tilda de populista a Arauz por una de sus promesas de campaña, la entrega de 1.000 dólares a un millón de madres de familia ecuatorianas con el objetivo de reactivar a una de las economías más castigadas de Sudamérica. Nadie sabe de dónde surgirán esos fondos, en un país con una economía dolarizada desde el 2000, con una fuerte caída del 9% de su PBI en el último año, un aumento considerable del desempleo agravado por la pandemia y con una deuda externa que no para de crecer. Un panorama muy oscuro para cualquier gobierno más allá de su orientación política.
Seguí leyendo:
Ecuador elige presidente entre dos modelos opuestos y una posible sorpresa