Con un discurso donde pedirá al regreso cuidado a las aulas, Alberto Fernández cerrará una semana donde el Gobierno buscó retomar el camino del centro ideológico, un posicionamiento similar al que llevó al Frente de Todos a regresar al poder.
En una reunión en la Residencia de Olivos con ministros de educación de todo el país y gremios docentes, coordinada por el ministro de Educación, Nicolás Trotta, el Presidente cierra un Consejo Federal de Educación que sin dudas será histórico, ya que contará con la inédita presencia de un Jefe de Estado en un encuentro de este tipo que pondrá fin al año de virtualidad en las escuelas.
Decidido a evitar que el mayoritario respaldo de la población a la vuelta a clases quede como bandera de la oposición, el Presidente primero le pidió a su Ministro de Educación que viaje por todo el país para tomar contacto con la realidad de cada distrito en materia de presencialidad, a lo que Trotta se dedicó en sucesivos viajes por el interior desde hace cuatro semanas.
En rigor, la primera señal en ese sentido la dio el pasado 29 de diciembre, cuando recibió en el Ministerio a las organizaciones de la sociedad civil que lanzaron la campaña #ALasAulas a través de las redes sociales, como Fundación Varkey, IDEA, Educar y Crecer, Conciencia, Argentinos por la Educación, Agenda Educativa, entre varias, que tuvo gran respaldo de la población por fuera del ámbito específico.
Pocos días después, Trotta empezó su “gira” por el interior. Más precisamente, el 11 de enero inició en Salta su campaña a favor de la presencialidad del NOA, encontrando un gran consenso de la comunidad educativa, donde dio un paso más, cuando en Catamarca se animó a declarar que “la vacuna no es condición indispensable para la presencialidad”, expresión contraria a la que venían instalando los gremios. El lineamiento, más adelante, lo fue repitiendo cada vez que se lo preguntaron los periodistas.
Todo lo hizo bajo el paraguas de UNICEF y UNESCO, con quienes mantuvo encuentros periódicos para diseñar el proceso de “apertura segura de escuelas en base a la evidencia construida por la comunidad internacional”.
El 21 de enero, de recorrida por el NEA, directamente dijo en Corrientes que “la presencialidad debe ser obligatoria” y en la Patagonia que “reafirmamos el desafío de que la presencialidad cuidada sea la prioridad de cara a las próximas semanas”. Ya en la región centro del país, la que dejó para visitar en último lugar, siguió siendo explícito: “somos promotores del regreso a la presencialidad segura de todos los chicos y las chicas”, declaró en Santa Fe.
Y cuando, ya al final, le tocó el turno de concretar el encuentro con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no tuvo problemas en dar una conferencia de prensa con el fondo que caracteriza la gestión del PRO, y hasta habló con ese micrófono amarillo.
Nada de esto se hizo sin tensiones, internas al Frente de Todos y al mundo gremial docente que forma parte de la coalición. Pero hay que reconocer que cumplió órdenes. No solo del Presidente, sino aún de la Vicepresidenta. Quizás haya que recordar cuando ella estaba al frente del Ejecutivo se enfrentó públicamente con los gremios docentes por la sucesión de protestas gremiales que impedían las clases. Claro que cuando gobernó Juntos por el Cambio esos sindicatos se transformaron en verdaderos “justicieros” contra el neoliberalismo.
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