Terminaron los primeros Juegos Olímpicos para Osmar Olvera. El joven clavadista mexicano terminó en la posición numero 14. Rommel Pacheco, por su parte, accedió a la final en el puesto número seis. Su primera participación ha dejado un grato sabor de boca, a pesar del traspié en la ronda previa a la pelea de medallas. En la ronda previa se mantuvo en el rango de competidores que acceden a la final. Pero en semifinales no pudo repetir la ubicación.
Todavía en la penúltima ronda Olvera llegó con posibilidades de acceder a la final, al sumar un total de 308.75 puntos. Pero las posibilidades terminaron por completo en la última ronda. Olvera no pudo encontrar un lugar entre los 12 finalistas.
En la ronda previa, había terminado en la posición número nueve con un puntaje de 442.25. Ese buen posicionamiento hacía viable la oportunidad de Osmar de pasar a la final e instalarse en la pelea por medallas.
Los primeros clavados fueron optimistas para Olvera. En el primero, dos vueltas con dos giros, logró obtener buenas calificaciones (7.5). A diferencia de la ronda anterior, en la que tuvo un comienzo dubitativo y luego se asentó en los puestos de calificación, en semifinales Osmar fue de más a menos. Inició en los primeros puesto y paulatinamente cayó a los sitios intermedios de la tabla, insuficientes para clasificar.
Al finalizar la primera tanda de saltos, Olvera se encontraba empatado con Rommel Pacheco (quinto y sexto lugares, respectivamente), en un escenario optimista que parecía replicar el buen desempeño de ambos en preliminares. Pero en la ronda dos las cosas comenzaron a torcerse para Osmar. Salió de los doce primeros lugares para instalarse en el puesto 15 con 124.50 puntos.
La apuesta por altos grados de dificultad terminó por ser contraproducente. Del quinto puesto pasó al 17 con 182.30 puntos acumulados en la tercera ronda. Sin rebajar la temeridad, en su penúltimo salgo apostó por un clavado de 3.5 grados de dificultad, con la esperanza de que el salto pudiera darle buenas calificaciones y volver a la pelear por pasar a la final. Los jueces le dieron calificaciones de 5.5, con las que prácticamente vio terminadas sus posibilidades de superar la ronda.
Valentía le sobró a Osmar. En la última ronda, puso todas las cartas sobre la mesa y tiró su clavado con más grado de dificultad: 3.9. Pero la ejecución se quedó corta y mereció calificaciones de 6.5. Finalmente quedó ubicado en la posición 14, con 384.80 puntos. No ha pasado a la final, pero la experiencia olímpica suma un gran aporte a una carrera incipiente que dará mucho de qué hablar en los años por venir.
Como suele suceder con los deportistas que llegan a la alta competencia siendo todavía adolescentes, la sangre juega un papel determinante. Osmar Olvera es hijo de una gimnasta y de un jugadores de futbol americano. No es sorpresa, que a su corta edad ya haya competido contra los mejores del mundo.
Los clavadistas suelen elegir la plataforma de diez metros como punto de partida para sus carreras. Y reservan el trampolín para sus últimos años, cuando las exigencias físicas ya les hayan pasado facturas importantes. Osmar ha ido contracorriente.
Rommel Pacheco, compañero de Olvera en la travesía asiática, comenzó su carrera en el lejano 2004. En aquellos Juegos celebrados en Atenas, Pacheco tenía 21 años y participó en la plataforma de diez metros. A 17 años de distancia, Rommel no solamente busca colgarse una medalla, sino dejar una escuela que marque la pauta en los próximos años para el clavadismo mexicano. Por la naturaleza propia de una competencia, Osmar y Rommel han sido adversarios.
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