Un caballo y toda la pampa por delante: la forma más emocionante de hablar de la libertad, en un cuento de Sara Gallardo para escuchar acá

Un caballo y toda la pampa por delante: la forma más emocionante de hablar de la libertad, en un cuento de Sara Gallardo para escuchar acá

Sylvia Iparraguirre
Sylvia Iparraguirre eligió un cuento de Sara Gallardo.

Qué cosa más hermosa recibir a Sylvia Iparraguirre para hacer La oreja que lee. Para quienes no saben: La oreja que lee es eñ podcast literario de Infobae. O más, bien: su podcast de lectura. Casi siempre son cuentos. Invito a escritores, actores, editores, a elegir un cuento y leerlo completo. Tranquilos, sin apuro. Y a contar por qué lo hicieron. Así llegó esta semana Sylvia Iparraguirre. Había elegido un cuento único: White Glory, de Sara Gallardo. De esos textos que te ensanchan el pecho y te lo llenan de aire. Se lo puede escuchar clickeando acá.

“Un tordillo puede ser soso o puede ser la gloria del mundo. White Glory era la gloria del mundo”, empieza diciendo el cuento. La gloria del mundo. Ya verán por qué. “En el 2009, con Abelardo Castillo, nos contactaron de Capital Intelectual para sacar aquellos libros que no se encontraban, que no se encuentran en la librerías. Se llamó la colección “Los recobrados”, era para vender en los kioscos. Y uno de los elegidos por mí y por él fue Enero, de Sara Gallardo, que para mí es una pequeña gran obra maestra”.

Dos años después llamaron a Iparraguirre de Cancillería para hacer una antología de cuentos argentinos que el país regalaría en la Feria de Frankfurt, la Feria del Libro más importante del mundo. Entre otros, eligió White Glory. Pero ¿por qué?

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“La escritura es un acto de libertad”, dirá Iparraguirre en el podcast y es una pista. White Glory viene de lejos y se lanzará a la libertad de un modo en que es difícil no sentir un poco de añoranza.

Aprendo mucho haciendo el podcast. Gente vinculada a los libros, que los ama, trae los textos que la conmueven. Es el caso. Sara Gallardo ha sido revalorizada en los últimos años y vale la pena acercarse a ella.

De paso: Sylvia Iparraguirre nació en Junín, Provincia de Buenos Aires, en 1947. Estudió Letras en la UBA, es escritora y ensayista. Fue parte de una revista literaria que es parte de la historia de la literatura argentina, “El Escarabajo de Oro”. Y fue cofundadora de su continuadora, “El Ornitorrinco”, que se publicó hasta 1986.

Sara Gallardo
Sara Gallardo escritora argentina

[Los libros de Sara Gallardo se pueden adquirir, en formato digital, en Bajalibros, clickeando acá.]

Publicó cuentos y novelas como El Parque y La tierra del fuego, entre otras. En 2021 salió Antes que desaparezca, el libro de una chica que llega a la ciudad desde el interior para estudiar en la universidad: algo que Sylvia conoce por experiencia propia.

La autora que eligió, Sara Gallardo, nació en Buenos Aires en 1931 y su nombre completo era Sara Gallardo Drago Mitre: una integrante de la clase alta argentina. Entre sus antepasados están Bartolomé Mitre, que fue presidente del país; el escritor Miguel Cané, el científico y ministro argentino Ángel Gallardo. (Iparraguirre señala la libertad de moverse fuera de las imposiciones que esto implica).

En 1956, Gallardo escribió Enero, una novela breve donde aparecía el tema del aborto pero también el del poder y el paternalismo de los más pudientes. En 1963 salió Pantalones azules y en 1968 ganó el Primer Premio Municipal por Los galgos, los galgos. En 1971 apareció Eisejuaz y luego Historia de los galgos y La rosa en el viento. También de 1971 es el libro de cuentos El país del humo, donde está el relato que Iparraguire eligió.

Sylvia Iparraguirre
ENTREVISTA A LA ESCRITORA SYLVIA IPARRAGUIRRE EN SU CASA (RAFAEL CALVIÑO/)

[Los libros de Sylvia Iparraguirre se pueden adquirir en formato digital en Bajalibros, clickeando acá.]

Por “La oreja que lee” ya pasaron Martín Kohan, Cristian Alarcón, Marcos López, Alexandra Kohan, Florencia Canale, Agustina Bazterrica, María Kodama, Claudia Piñeiro, Luciano Lutereau, Lorena Vega, Eduardo Mileo, Rafael Spregelburd, Selva Almada y Enzo Maqueira.

Ellos leyeron cuentos de Jorge Luis Borges, Mariana Enríquez, Horacio Quiroga, Juan José Saer, Fleur Jaeggy, Chica Unigwe, Samanta Schweblin, Ignacio Molina, Flor Monfort, Julio Cortázar, Roque Larraquy, Diego Angelino y Liliana Heker. Se puede escuchar cualquiera de ellos clickeando acá. No hace falta ningún dispositivo en particular: funciona en el teléfono, en cualquier tablet o en la computadora.

Más literatura

Para seguir leyendo y hablando de libros, todas las semana escribo el newsletter Leer por leer. Llega al mail de los que se registran los jueves cerca del mediodía. Más o menos voy siguiendo lo que pasa pero también lecturas de otros tiempos, porque vienen a cuento o porque, en fin, ¿qué es lo que le da actualidad a un libro?

Esta semana me propongo contarles un poco sobre Cartas quemadas, el libro en que Gabriela Saidon narra la pasión de una profesora y su exalumna de una escuela de monjas. Se encuentran cuando la alumna ya creció pero ese origen ¿se ha borrado? Ese vínculo ¿sigue siendo prohibido, conflictivo, culpable, pesado?

Más detalles, mañana: hay que inscribirse acá.

White Glory (fragmento)

Un tordillo puede ser soso o puede ser la gloria del mundo. White Glory era la gloria del mundo.

Ninguna gloria se sintió menos gloriosa que él mientras subía al tren, en la ciudad de Buenos Aires, con rumbo al sur. Venía de un encierro imposible de sufrir. No tanto a causa de las paredes, tenía costumbre, sino por el suelo que huía, para no hablar de la falta de ejercicio. De no sacarlo Dick al fresco hubiera enfermado para siempre. A pesar de eso, hundió a patadas varios tabiques. Y apenas salido de aquel lugar tenía que subir a un tren. Sus paletas se estremecían.

Una manta de un rojo oscuro con ribete azul y cuatro escudos lo cubría. Cuando se encabritó se vieron los cuadros azules, verdes, de su revés y sus correas con hebillas doradas.

Peor estaba Dick. Sufrió en el barco pero ahora sufría más. No quiso asiento en el tren. Se sentó en un fardo junto a White Glory. Llegaba la hora de decirse adiós. Tenía que volver a su tierra. Desde la infancia no rezaba, y rezó. Pidió que le fuera evitado ese dolor.

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Fuente: Infobae