Los otros pacientes de cáncer de pulmón: “Jamás se me pasó por la cabeza recibir ese diagnóstico siendo no fumadora”

Un doctor observa una radiografía de pulmón (Shutterstock España)
Un doctor observa una radiografía de pulmón (Shutterstock España)

Mari Ángeles Marín ha sido asmática toda su vida. Por eso no se preocupó cuando, en mayo de 2021, su tos empeoró. Quizás su tratamiento contra el asma ya no le hacía el mismo efecto de siempre y tenía que cambiarlo, pero esa nueva medicación tampoco alivió su tos. En una segunda cita con su neumólogo en noviembre de aquel mismo año, Marín recibió el diagnóstico de cáncer de pulmón.

“La radiografía mostraba una mancha en el pulmón izquierdo. Al principio pensaron que podía ser una neumonía, pero a mí me parecía muy raro porque yo no tenía esos síntomas. Como mi padre murió de fibrosis pulmonar, creí que me había tocado lo mismo. Jamás se me pasó por la cabeza que lo que tenía era un cáncer de pulmón”, cuenta esta paciente en una entrevista con Infobae España. Como la mayoría de personas, esta madrileña afincada en Cádiz asociaba el cáncer de pulmón a una enfermedad de las personas fumadoras, por lo que recibir ese diagnóstico sin haber fumado nunca fue un verdadero shock.

El tumor de Marín resultó ser un adenocarcinoma de unos nueve centímetros, aproximadamente el tamaño de una pastilla de jabón. Concretamente, se trataba de un adenocarcinoma de pulmón con la mutación EGFR (el biomarcador) en el nexo 21. Conociendo el nombre y los apellidos del cáncer, el equipo de oncología pudo aplicar el tratamiento que hoy día toma esta mujer de 56 años: osimertinib, una pastilla diaria que ha logrado paralizar el crecimiento del tumor. “Me la tomo cada mañana como quien se toma su pastilla para controlar la tensión”, matiza.

Mari Ángeles Marín, tres años después del diagnóstico de cáncer de pulmón (Foto cedida).
Mari Ángeles Marín, tres años después del diagnóstico de cáncer de pulmón (Foto cedida).

Los otros pacientes de cáncer de pulmón

De los más de 25.000 casos de cáncer de pulmón diagnosticados cada año, uno de cada cuatro son mujeres y en torno al 30% son no fumadoras. Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la incidencia de este tipo de cáncer en las mujeres está aumentando un 4,5% anualmente. Aunque todavía son necesarias más investigaciones que expliquen el por qué de la elevada tasa de pacientes de cáncer de pulmón en mujeres no fumadoras (en los hombres representa un 15%), la evidencia científica disponible apunta a factores hormonales, genéticos, inmunes o ambientales.

Como le ocurrió a Marín, cientos de pacientes de cáncer de pulmón que nunca han probado el tabaco sufren un doble desconcierto: el del propio diagnóstico y el de no comprender por qué. “Que hubiese cáncer de pulmón en no fumadores era una cosa que yo no me planteaba. Yo no conocía a nadie que hubiese tenido este cáncer y no hubiese sido fumador o ex fumador”, explica.

Ahora, como vocal de Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón (AEACaP), Mari Ángeles Marín es más consciente de la verdadera realidad del cáncer de pulmón y los prejuicios que sufren sus pacientes. “Muchas personas, cuando les dices que tienes cáncer de pulmón, preguntan si has fumado. Yo nunca lo he hecho, pero ¿qué importa? Nadie les pregunta a los pacientes de cáncer de colon si han comido bien. La gente que ha fumado no se ha ganado un cáncer”, sentencia.

Es el “cáncer del estigma” y el único que se asocia al tabaco pese a que, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), fumar está relacionado con un incremento del riesgo de desarrollar hasta 14 tipos distintos de cáncer: de pulmón, laringe, cavidad oral y faringe, esófago, páncreas, vejiga, estómago, colon y recto, hígado, cuello uterino, riñón y la leucemia mielógena aguda (LMA).

El tratamiento más certero

A Mari Ángeles Marín la ingresaron aquel mismo día que recibió el diagnóstico de cáncer para realizarle todas las pruebas. Entre ellas, una biopsia líquida, una técnica relativamente novedosa que tiene gran capacidad para analizar el perfil genético de los pacientes oncológicos. Fue gracias a este examen médico que los especialistas pudieron aplicarle el tratamiento más adecuado a su enfermedad.

Desde la AEACaP informan que no fue hasta el año pasado que se logró que el diagnóstico de los biomarcadores entrase en la cartera del Sistema Nacional de Salud. “Si a mí no me hubiesen hecho esas pruebas para decir que tengo una mutación EGFR en el nexo 21, me hubiesen puesto quimioterapia y radio, que es el tratamiento para quien no tiene ningún marcador. Yo tuve suerte porque mi tumor tenía un biomarcador conocido y con tratamiento”, expresa Marín a este medio.

Pese a lo “cómodo” de la medicación con osimertinib, Marín asegura no haberse librado de los efectos secundarios de tomar diariamente un fármaco. Al principio, experimentó algunos trastornos en la piel y en el tejido subcutáneo, como erupciones en la dermis y prurito. Con el paso de los meses, ha observado otros efectos adversos, como la pérdida de memoria o ciertas lagunas.

“No quiero dar pena, quiero pedir esperanza”

Con la aparición de la enfermedad, esta mujer, madre de dos hijos, obtuvo la incapacidad permanente absoluta y tuvo que dejar su puesto en la asesoría donde trabajaba con su marido. “Fue como un tsunami que lo arrasó todo. Arrasa tu vida privada, tu vida familiar, laboral, social… A partir de ese momento, ya nada es igual que antes”, cuenta. Sin embargo, asegura que tiene “una buena calidad de vida” gracias al tratamiento y al trabajo de todo un equipo de médicos e investigadores.

En los congresos a los que asiste, Marín intenta dejar claro siempre el mismo mensaje: “Se puede decir que se tiene cáncer de pulmón, no hace falta esconderlo. Yo no quiero dar pena, quiero pedir esperanza porque las cosas están cambiando mucho. Llevo casi tres años diagnosticada y tengo una buena calidad de vida, algo que hace cinco o seis años no ocurría. Hay muchos tratamientos que funcionan y se están estudiando muchos más”.

Este llamado a la esperanza recoge la necesidad de una mayor inversión en investigación y en cribados para el cáncer de pulmón, como se ha conseguido con el cáncer de mama. “El cáncer de mama no se ha hecho bueno, es tan malo como todos. Lo que pasa es que se cura mucho porque se criba y se diagnostica en el estadio uno o dos, por lo que los oncólogos tienen más margen de maniobra para actuar”.

Fuente: Infobae