El homenaje a los médicos en los balcones de casi todos los rincones del país se convirtió en uno de los primeros rituales establecidos de la cuarentena en la Argentina ante la pandemia del coronavirus. Esos aplausos parecieron reflejar la mancomunión de la sociedad en apoyo a aquellos que se encuentran más expuestos al contagio del virus Covid-19.
Sin embargo, una vez que las ventanas de los departamentos y las puertas de los edificios, una vez que los guardias de seguridad “virtual” quedan en soledad detrás de la pantalla en el hall, la situación para los médicos argentinos parece ser bastante diferente.
Desde hace varios días, empezaron a salir a la luz cada vez más historias de profesionales de la salud que denunciaron haberse sentido discriminados y rechazados por los propios vecinos de su domicilio o en la vía pública.
El episodio más rotulante se dio durante el miércoles por la noche, cuando se viralizó un cartel que el consorcio de propietarios de un edificio de la calle Amenábar, en el barrio porteño de Belgrano, le envió por debajo de la puerta a una médica, apenas un día después de que alquiló su nuevo departamento.
«Sr/a Inquilino, piso 3ª depto. 16,
Ante el ALTO RIESGO CREADO por su actividad se ha comunicado a la autoridad correspondiente la situacion de riesgo generada al edificio y que, hasta tanto se tome otra medida, SE LA INTIMA A EVITAR EL TRÁNSITO Y PERMANENCIA EN ZONAS COMUNES así como tocar elementos tales como picaportes, barandas de escalera, acceder a la terraza y demás elementos que ATENTO A LA GRAVEDAD DE LA PANDEMIA PONGAN EN RIESGO A QUIENES HABITAN EL EDIFICIO», reza el primer párrafo de la intimidante carta.
El mensaje no tardó en viralizarse en las redes y reflejó el martirio que debió atravesar la médica quien, no conforme con la crisis sanitaria en la que se encuentra sumergida debido a su trabajo, también debe lidiar con el rechazo y las amenazas de sus propios vecinos.
La médica es una joven de apenas pasados 30 años que optó por no dar su identidad ni hablar con los medios de prensa. Cursa su último año de residencia médica en el hospital Bernardo Houssay de Vicente López y había decidido mudarse al edificio del barrio de Belgrano para salvaguardar la salud de sus dos padres, muy mayores de edad, con los que convivía y quienes pertenecen a la franja de población de riesgo.
Sylvia A., la dueña del departamento, relató toda la odisea que debió atravesar su inquilina en las últimas 48 horas y describió la indignación que le generó la actuación de sus vecinos en una charla telefónica con Infobae.
“La historia se remonta a unas semanas atrás”, afirmó Sylvia. “Yo tengo un emprendimiento de alquileres de departamentos por día. Antes de que llegara esta chica, yo les alquilé el departamento a un padre y a una hija de 18 años que habían regresado del exterior y debían pasar las dos semanas obligatorias de cuarentena”.
«Ambos habían regresado de Salamanca y, como en la familia hay un bebé y una persona mayor que se encuentra en la lucha contra el cáncer, decidieron hacer la cuarentena, aún antes de que lo decretara el presidente. Yo no les avisé en su momento a los vecinos porque no lo creí necesario, pero eso generó malestar».
Según describió Sylvia, algún vecino vio que la esposa del hombre llevaba comida y la dejaba en la puerta del departamento, sin entrar. Así, llamó a la policía para denunciar la presunta presencia de personas contagiadas, efectivos se acercaron al departamento y se confirmó que el piso estaba habilitado para la realización de la cuarentena.
“Justo el día en el que se iban este padre y la hija, hablé con una vecina del edificio, para avisarle que ya tenía a la próxima persona que lo iba a ocupar. Así, le expliqué que iba a entrar una joven médica. La charla fue insólita”, relató Sylvia,
El diálogo tenía pasajes surrealistas:
«Y la verdad, ¿es de riesgo?», preguntó la vecina.
“La verdad es que pertenece a ese grupo de personas que todo el mundo aplaude por su trabajo”, respondió Sylvia.
“¿Pero es del interior o de Capital?”, “¿Es argentina? ¿No tiene vivienda?”, fueron otras dos preguntas incriminantes de la vecina.
La dueña del departamento no daba crédito sobre la conversación que estaba manteniendo. “Yo soy instrumentadora quirúrgica. Esto cerca de los profesionales de la salud. Y se ve que debido a mi trabajo doy muchas cosas por hecho respecto a las posibilidades de contagio que la gente que no está en esto a veces desconoce. Pero no tiene sentido alguno ese tipo de psicosis con la presencia de un médico. Todos podemos ser vectores y contagiarnos con solo ir al supermercado”, le dijo Sylvia a Infobae.
Finalmente, la médica se mudó al departamento 16 del 3º piso el martes. La tranquilidad de haber encontrado un nuevo hogar le duró apenas unas horas. Al día siguiente, cuando regresó de su turno de guardia en el hospital de Vicente López, se encontró con la carta en el suelo de su departamento, se la habían tirado por debajo de la puerta.
«Ayer (martes) a la tarde, la médica me llamó. Estaba llorando, desesperada. Me explicó la carta que había recibido y me dijo que no sabía qué hacer. Estaba desconsolada», relató Syvia.
«Le pedí que me enviara la carta a mí y me empecé a asesorar legalmente para decirle cómo debíamos volver a actuar. También le dije que se tranquilizara, que esto no tenía ningún tipo de valor y que se enfocara exclusivamente en su trabajo», detalló.
Después de habla con una amiga fiscal, Sylvia le comunicó a la médica que debía realizar una denuncia por discriminación al Inadi. En teoría, la galena radicará la denuncia en el transcurso del miércoles, cuando termine la guardia en el hospital de Vicente López.
Mientras, Sylvia intentó comunicarse con las autoridades del edificio para indagar quién fue el ideólogo y el autor de semejante carta. «La carta estaba firmada por el Consorcio de propietarios. Por eso, hoy me puse en contacto con el administrador del edificio. Me quedó en llamar, pasaron varias horas y todavía estoy esperando su llamada», afirmó la dueña.
El caso desnudó así un problema cada vez más grande que atraviesan los médicos de diferentes partes del país. El sólo salir a la calle pareció convertirse en una suerte de llamado al «escrache». Según pudo averiguar Infobae, algunos profesionales de la salud optaron por evitar salir a la vía pública con su ambo típico para no recibir insultos y vejaciones en su camino al centro de salud o a su casa.
Una situación de similar magnitud comenzó a incrementarse en el ámbito inmobiliario. Cada vez son más los médicos que buscan alquilarse un departamento en soledad para aislarse de sus familias y cada vez son menos los propietarios que los aceptan.
«Yo estoy en contacto con muchos propietarios que alquilan departamentos y varios me dijeron que tomaron la decisión de no alquilarles a los profesionales de la salud. Algunos me dijeron que era ‘para evitar represalias’ de los vecinos y hay otros que ni siquiera quieren entrar en contacto con ellos, como si fueran la peste o algo así», detalló Sylvia.
A su vez, la dueña del departamento también se encuentra lidiando con la situación de extranjeros varados en el país, que también encuentran enormes dificultades para encontrar un lugar donde los acepten. «Incluso, tengo una chica australiana que tenía que haber abandonado el departamento el 27 de marzo y todavía no se pudo ir. Sigue ahí».
Amenaza a un farmacéutico
La historia de la médica del hospital Vicente López se suma a otro episodio similar que sufrió Fernando Gaitán, un farmacéutico del barrio porteño de Villa Crespo, cuando el lunes por la mañana se encontró con un cartel también intimidante, pegado dentro del ascensor de su edificio.
«SI SOS: médico, enfermero, farmacéutica, o te dedicás a la salud!!! Andate del edificio porque nos vas a contagiar a todos hdp!!!, Tus vecinos», fue el mensaje que leyó Gaitán.
«Vi el cartel a las 11 de la mañana del lunes. Al principio no caía. La verdad que me daba mucha bronca e impotencia», le dijo a Infobae.
«Después de unos minutos, como no sabía qué hacer con la bronca, decidí hacerlo público en las redes sociales y también me decidí a hacer una denuncia por discriminación en el Ministerio Público Fiscal. En unos pocos minutos me la tomaron y pude enviarles una captura en el cartel como comprobante», agregó.
Gaitán aseguró que la angustia le perduró todo el día. Afirmó que incluso, debido a las medidas de distanciamiento social recomendadas por el Ministerio de Salud, ni siquiera pudo abrazarse con algún compañero de trabajo para que lo contengan.
«Ese mensaje no fue al voleo. Todos en el edificio saben que en uno de los departamentos vive un médico y en otro, un enfermero. El mensaje fue dirigido para nosotros», aseguró.
Una vez que el farmacéutico y estudiante de enfermería en la UBA hizo público el cartel, la historia se viralizó en las redes y comenzó a recibir testimonios de otros médicos que estaban atravesando situaciones similares.
«Una médica me escribió y me dijo que en su caso, cada vez que se levanta para ir al hospital, ve cómo durante la noche, los vecinos le rociaron toda la puerta del conductor con desinfectante y cómo le llenan de lavandina la puerta de entrada de su casa y la vereda. Si alguien no para esto, se va a terminar convirtiendo en una locura más grande de lo que ya es», explicó.
Y así, mientras se los rotula como héroes y se los ovaciona desde los balcones durante cada noche, los profesionales de la salud parece que encontraron otro enemigo en el medio de la crisis por la pandemia del coronavirus: el prejuicio y el rechazo de sus propios vecinos.