En las próximas semanas mas de 190 países convocados por Naciones Unidas, se encontrarán en la reunión anual denominada COP-25, con el propósito de avanzar en la aplicación del Acuerdo de París celebrado en el año 2015. Esta reunión -que probablemente se realizará en Madrid luego de que el presidente Sebastián Piñera resolviera cancelar el evento en su país- es importante, ya que el futuro del planeta depende hoy de la capacidad de la humanidad para diseñar sin demoras nuevas instituciones y reglas de carácter mundial, que apunten a reducir las emisiones contaminantes de CO2.
Las evidencias científicas son contundentes: no hay dudas que las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la temperatura en todo el planeta. Estas emisiones son generadas por el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), más algunas prácticas agropecuarias y la deforestación. No es sorpresa que estos fenómenos están ocurriendo: basta señalar que durante el siglo XX el PBI mundial se multiplicó nada menos que 19 veces. Esto ha contribuido a un incremento en la utilización de fuentes fósiles de energía, generadoras de emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes.
Esta amenaza ambiental de carácter global no se solucionará por el agotamiento de las reservas de recursos fósiles. Nunca hubo en el planeta tanto carbón, petróleo y gas como ahora. La utilización plena de estos recursos fósiles, ya contabilizados en los balances de las empresas titulares de las áreas de explotación, no es compatible con la meta de no cruzar la barrera de un aumento de 2 grados centígrados. Respetar los límites impuestos por el riesgo del cambio climático exigirá renunciar a utilizar la totalidad de las reservas comprobadas.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) viene alertando que más allá de las dudas del pasado, las emisiones son ya el principal causante de los desastres ambientales que vienen aumentado en todo el planeta. Estos crecientes daños ambientales, como incendios, temporales, inundaciones y sequías, cada vez son más frecuentes incluso en nuestro país, afectando a las personas y la actividad económica, especialmente la agropecuaria. La OMM fue clara y ya no deja dudas sobre el calentamiento global que trepa año a año.
La NASA define a la Tierra como nuestra nave en un viaje espacial largo, por eso es grave que el CO2 acumulado en la atmósfera que rodea nuestro planeta ya llego a 413 ppm, es decir un 28% mayor al nivel de mediados el siglo XX, acercándonos así a la magnitud de 450 ppm, barrera crítica que no debe ser cruzada si queremos evitar un peligroso calentamiento de nuestra Tierra. Al actual ritmo de aumento en los gases acumulados en la atmósfera cruzaríamos esta barrera critica en menos de 20 años.
El crecimiento económico es esencial para poder abatir la pobreza mundial, por eso es alentador que sea falso el dilema entre “crecimiento económico con más emisiones” o “menos crecimiento con menos emisiones”. El talento humano está tecnológicamente en condiciones de asegurar un futuro crecimiento económico con menos emisiones, teniendo en cuenta los avances en el desarrollo de nuevas energías “limpias“ y también en la conservación y eficiencia en el consumo de energía. Pero hay que actuar ya porque no hay más tiempo que perder porque somos la ultima generación que puede preservar nuestra casa.
El autor fue secretario de Energía y es miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente