Ha concluido el tiempo del carnaval. Casi todas las confesiones cristianas comienzan la cuaresma, que son los cuarenta días de preparación para la Pascua. Y este momento es vivido de diversas maneras, pero en muchas de las Iglesias se prescribe el ayuno ritual. Pero para ayunar, debe haber comida.
Al leer la Biblia, el tema de la comida es omnipresente, aunque a menudo no se nota en absoluto. En el Nuevo Testamento, Jesús come todo el tiempo y con todo tipo de personas. Y la comida también juega un papel importante en sus parábolas: la pequeña semilla de mostaza, la sal que no sala, la multiplicación de los panes y los peces, etc.
El hecho que la comida y su ingesta jueguen un papel importante no solo en el Nuevo Testamento sino en toda la Biblia no es una coincidencia. Tener suficiente comida y bebida en los tiempos bíblicos y en la sociedad campesina de la época de Jesús dependía, en gran medida, del clima favorable. De modo que la supervivencia de las familias agrícolas no está en sus manos sino en los devenires climáticos. Por eso manejan la comida con mucho cuidado, y el tema domina el pensamiento bíblico.
Desde el principio la Biblia se refiere a cuál es la comida adecuada. Cuando Dios creó al hombre el anuncio es claro: “Mira, te daré todas las plantas que forman semillas por toda la tierra, y todos los árboles que dan fruto con semillas. Deben servirte para nutrirte”. (Gen 1.29) El concepto detrás de esto se llamaría hoy una forma de veganismo. Entonces, ¿es esta la receta dietética divina? No. Esto es más un ideal paradisíaco en el que las personas y los animales solo comen plantas. Después del diluvio las reglas cambian cuando Dios le dice a Noé y su familia: “Todo lo que se mueve y vive debe servirte de alimento”. (Génesis 9,3)
En el judaísmo ortodoxo, las regulaciones dietéticas que se enumeran en el Antiguo Testamento todavía se aplican hoy. Leemos en el Levítico 11, 3-20 : “De entre los animales, comeréis todo el que tiene pezuña hendida y que rumia. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo, porque rumia pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la liebre, porque rumia pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De su carne no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto: los tendréis por inmundos. De todos los animales que viven en las aguas comeréis estos: todos los que tienen aletas y escamas, ya sean de mar o de río, los podréis comer. Pero tendréis como cosa abominable todos los que no tienen aletas ni escamas, ya sean de mar o de río, entre todo lo que se mueve y entre toda cosa viviente que está en las aguas. Os serán, pues, abominación: de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Tendréis por abominable todo lo que en las aguas no tiene aletas y escamas. Entre las aves tendréis por abominables, y no se comerán por ser abominación, las siguientes: el águila, el quebrantahuesos, el azor, el gallinazo, el milano según su especie; toda clase de cuervos; el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán según su especie; el búho, el somorgujo, el ibis, el calamón, el pelícano, el buitre, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago”.
¿De dónde proceden estas normativas que determinan el consumo de animales en función de su forma? Hay varias interpretaciones posibles: Que hay razones higiénicas, estéticas o morales que llevan a los israelitas a estas regulaciones. Quizás el enfoque también esté en diferenciarse de otras culturas con los propios hábitos alimenticios. Pero lo que es bastante seguro: la Biblia no estableció originalmente estas regulaciones, un comportamiento alimentario ya existente se convirtió, posteriormente, en un mandamiento divino.
Tan importante es el tema del alimento en las Sagradas Escrituras, que será el mismo Dios que les enviará a los Israelitas Codornices y Maná, como leemos en Exodo16: 1, 36. “…luego el Señor le dijo a Moisés: “He oído las quejas de los israelitas. Ahora diles: ‘Por la tarde tendrán carne para comer, y por la mañana tendrán todo el pan que deseen. Así ustedes sabrán que yo soy el Señor su Dios’”.
Un plato famoso era el de las lentejas. Fue por un plato de lentejas que Esaú vendió su primogenitura a su hermano Jacob, el gran patriarca llamado también Israel (Éxodo, 25:27-34). Nosotros utilizamos muy coloquialmente ese evento: “no me vendo por un plato de lentejas”
Dios mismo dio al profeta Ezequiel una receta que consistía en un “cocido mixto”, que los italianos llaman el “misto cotto alla Dio” (cocido mixto a la manera de Dios). Se trata de lo que Yahvé le recomendó al profeta (Ezequiel, 4, 9-12) comer en su cautiverio: trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena. O sea, un mixto de cereales y legumbres. Y así miles de ejemplos más.
En el nuevo testamento Jesús hará un manejo bastante laxo de estos mandamientos alimentarios. Se le cita diciendo: “Nada que entre a una persona desde el exterior puede inmunizarla, pero lo que sale de una persona la contamina”. (Mc 7:15) Esto apunta a una reinterpretación de los términos “limpio” e “impuro”. En el Antiguo Testamento estos términos no se piensan moralmente, sino que son una categoría de orden: lo que cumple el orden divino es puro, todo lo demás no es. Jesús entonces interpreta las categorías moralmente y establece un enfoque diferente: el hombre ya no es puro siguiendo las reglas, sino por lo que piensa y hace. Un cambio de concepción radical para el judaísmo.
Jesús comerá a menudo con muchas personas diferentes y desea ser visto con estas personas. Junto con otros signos como curaciones o la expulsión de demonios, las comidas son un signo que algo está cambiando. Come junto a seres impuros. Y él mismo nos dice sobre su dieta y forma de comer en Mateo 11:18-20 “Vino Juan el Bautista, que no toma vino ni come mucho, y ustedes dicen que está endemoniado. Y luego vengo yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y me acusan de glotón, bebedor de vino y amigo de cobradores de impuestos y de gente de la peor calaña. Pero uno demuestra la sabiduría con sus acciones”.
Esto también se nota en lo que se comía. La dieta normal de las personas en el Medio Oriente era predominantemente vegetariana y consistía en muchas verduras, frutas, frutas, nueces y aceitunas o su aceite; el pan es siempre un alimento básico. La carne es muy rara, porque las ovejas y las vacas se crían principalmente por su lana o leche, los animales sacrificados por su carne no son una fuente de estos productos secundarios. Además, cuando se sacrifica un cordero, de repente hay mucha carne fresca que se echa a perder muy rápidamente. Así que tiene que ser una ocasión especial con mucha gente para que la matanza valga la pena. La reacción del hermano mayor en la parábola del hijo pródigo se puede explicar en tal contexto cuando se le prepara un banquete al hermano menor que regresa y se mata el ternero cebado; como leemos en Lucas 15: 21-23: “…Y el hijo (que regresa buscando el perdón) le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta.” Y luego en Lucas 15: 27-29: “Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.”
Jesús, luego de su resurrección, junto al lago Tiberíades preparará un desayuno con pescado asado en la playa, como vemos en Juan 21: 7-14 “¡Es el Señor!—dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba. Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua. Los otros discípulos lo siguieron en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien metros de la orilla. Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan. Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar—les dijo Jesús. Simón Pedro subió a bordo y arrastró hasta la orilla la red, la cual estaba llena de pescados de buen tamaño. Eran ciento cincuenta y tres, pero a pesar de ser tantos la red no se rompió. —Vengan a desayunar—les dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado”.
Otro símbolo importante es el vino. Es una parte constitutiva de la comida de la Pascua judía y no es menos un símbolo de celebración: el pan y el vino de la Última Cena significan la satisfacción de las necesidades básicas y la celebración del reino de Dios. Entonces Jesús toma conscientemente estos dos alimentos y los convierte en su cuerpo y sangre. No es casualidad que, según la presentación del Evangelio de Juan, Jesús inició su ministerio público en las bodas de Caná convirtiendo el agua en vino, para que continúe la celebración. En el libro de Amós del Antiguo Testamento, en el paraíso habrá “las montañas rezuman vino y todas las colinas se desbordan”. (Am 9:13)
También surgieron discusiones en el cristianismo primitivo sobre la práctica de los sacrificios rituales, como bien señala el apóstol Pablo en primera carta a los Corintios. La pregunta es si los cristianos pueden comprar la carne en el mercado de Corinto la cual proviene casi exclusivamente de las ofrendas en los templos paganos. Parte de la carne que se sacrificaba se quemaba, parte la comían los sacrificadores y la mayoría se entregaba a los sacerdotes, quienes a su vez vendían gran parte de ella, esa es una importante fuente de ingresos. Así es como la carne termina en el mercado. Algunos cristianos argumentan que esto no es un problema, después de todo, estos dioses a quienes sacrifican las ovejas y carneros no existen. Sin embargo, otras voces en la iglesia tienen una percepción diferente del tema y es por eso que el apóstol tratará este tema en una discusión larga que abarca varios capítulos.
La comida y su ingesta aparecen en contextos muy diferentes en la Biblia. Sin embargo, en todos los libros circula la idea que, simplemente, no se puede aceptar comida y bebida ignorando sus orígenes de donde proviene, donde se procesaron. Pensamientos que aún hoy preocupan a la gente.
A punto es tan importante la comida que los Cristianos celebrarán dominicalmente “la Cena del Señor”. La celebración ritualizada de la última cena de Jesús, el cual celebro un seder de Pesaj. Esta recreación será el alimento espiritual para los cristianos los cuales con diversas formas y diversas apreciaciones teológicas para la interpretación de la misma, repetirán lo acontecido y las palabras dichas en esa cena.
El ayuno
Como hemos leído si la comida era una parte fundamental, también lo era el ayuno. El privarse de los alimentos por cuestiones variadas implica un auto-control de sí mismo, un auto domino de la voluntad del hombre y un solicitar el arrepentimiento por alguna falta.
En el Antiguo Testamento varios personajes del mismo ayunan: Isaías, Moisés ayunó cuarenta días y noches cuando estuvo en el monte con Dios (Éxodo 34:28). El rey David ayunó (2 Samuel 12:15-25.) El libro de Daniel, 1:8-16, describe un ayuno parcial (permitir el consumo exclusivo de ciertos tipos de comida y bebida), y sus efectos en la salud de quienes lo practican. Ester pide a todos los judíos que oren y ayunen junto a ella durante tres días (Ester 4:16).
En el Nuevo Testamento la práctica del ayuno era bastante habitual, como reportan los Evangelios, el Libro de los Hechos y algunas epístolas del Nuevo Testamento. Jesús se retira a la soledad del desierto, ayunando por cuarenta días, luego de los cuales fue tentado tres veces por el diablo y leemos en Mateo 4:2 “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre”. Jesús advirtió a sus seguidores acerca de ayunar para ser vistos por otros, y brindó indicaciones para que el ayuno fuese en privado como nos dice Mateo 6:16-18 “Cuando ayunes, que no sea evidente, porque así hacen los hipócritas; pues tratan de tener una apariencia miserable y andan desarreglados para que la gente los admire por sus ayunos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando ayunes, péinate y lávate la cara. Así, nadie se dará cuenta de que estás ayunando, excepto tu Padre, quien sabe lo que haces en privado; y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.” En Mateo 17:21 “…Pero estos males no sale sino con oración y ayuno.” Nos deja en claro que ciertos males solamente pueden ser sanados con oración y ayuno. El apóstol Pablo, ayunó durante tres días después de haber sido cegado por una visión, camino a la ciudad de Damasco, Hechos 9:9.
En la actualidad todos los cristianos de todas las corrientes practican ayunos en diversos momentos y por diversos motivos. Pero hay dos tiempos fundamentales y fuertes para estas prácticas: el adviento, periodo antes de la Navidad; y la cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua. Estos tiempos son compartidos en común por casi todas las corrientes del cristianismo. Los que vivimos en países de mayoría católica, sabemos que los viernes de cuaresma “no se come carne” y el ayuno más conocido es el del miércoles de ceniza y del viernes Santo. Pero es el viernes Santo el que caló más profundo en la sociedad. Ese día no se come carne, esa disposición quedó grabada a fuego, por lo menos en mi país la Argentina. El viernes santo es día de ayuno y abstinencia. Es decir se puede ayunar todo el día y abstinencia ¿de qué cosa se trata? De abstenerse de comer carne y en un país carnívoro como este ese día es fatal. Pero se puede comer pescado. Días anteriores al viernes santo las filas para comprar pescado son kilométricas y el precio de este se eleva hasta las nubes. Antes el Bacalao era el pescado típico para esta fecha y las tradicionales “empanadas de vigilia” las cuales puede ser de atún, merluza, queso o dulces, estas comidas están a la orden del día. Por tanto ese día, extrañamente, practicante o no; no comen carme. Pero se comen kilos y kilos de pescado y docenas de empanadas de vigilia. Pero carne, no. Somos muy respetuosos de las normas. Obviamente ese no es el sentido de la abstinencia y no hace más que generar cierta gracia la “abstinencia carnívora” si nos empachamos de pescado y empanadas. La iglesia católica en varios apartados de su catecismo trata sobre el ayuno.
Pero el sentido del ayuno cristiano en la actualidad podría ser reducido a tres consideraciones: 1) Dominar nuestras inclinaciones: tenemos obligación de ser dueños de nosotros mismos para ofrecer al Señor nuestro temple y dominio de sí. 2) Reparar nuestras faltas: al arrepentimiento le sigue la penitencia para reparar el daño causado por nuestras faltas a Dios y a los demás. 3) Mover nuestro ser a la oración y a las peticiones que realizamos: tratar de centrar nuestra propia atención para que sea eficaz nuestra oración.
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