El presidente electo inauguró la cumbre del Grupo de Puebla con un enérgico discurso en el que prometió que las voces del progresismo se volverán a oír en América Latina, emitió un fuerte mensaje de apoyo a Lula y adelantó que trabajará por la igualdad de derechos en la Argentina y en la región. Inmediatamente después de concluida la primera sesión el encuentro, se recluyó en un salón reservado para una reunión con la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el ex presidente de Colombia Ernesto Samper, el dirigente de la izquierda chilena Marco Enriquez Ominami y uno de los fundadores del PT brasilero Aloizio Mercadante.
En paralelo a esto, parte del equipo de lo que será el nuevo gobierno, se sumó a la primera conferencia reservada del Grupo de Puebla, que tendrá varias sesiones a puertas cerradas: Felipe Solá, Carlos Tomada, Eduardo Valdés y Victoria Tolosa Paz.
Durante la reunión reservada de Alberto Fernández con los líderes regionales se analizó el triunfo del Frente de Todos en Argentina y lo que podría ser un efecto dominó en la región, a la espera de que el Frente Amplio en Uruguay retenga el gobierno; también estuvo en debate el escenario político en un futuro inmediato con una América latina convulsionada.
“El tema Brasil con la retórica beligerante de Bolsonaro ocupó gran parte de la charla. Se habló de la política de desarrollo de Brasil y cómo la derecha trabajó para destruir las políticas de inclusión social y desarrollo de empresas nacionales”, dijo a Infobae una fuente allegada a Alberto Fernández.
El presidente electo se entusiasmó con la charla telefónica que mantuvo con el presidente francés Emmanuel Macron y deslizó que ésa puede ser una buena puerta de entrada para dialogar con los sectores duros de la Unión Europea. También coincidieron en que las intenciones ocultas de Bolsonaro pasan por romper con el Mercosur, un tema que preocupa mucho a Alberto Fernández.
Hay diferencias de opinión en el Grupo de Puebla con respecto a la visión de Estados Unidos. Mientras que Samper y Rousseff se inclinan por una retórica más dura hacia Donald Trump, el presidente electo cree que hace falta establecer una relación madura con Washington.
También se habló de la necesidad coincidente de reforzar la Unasur como herramienta de contrapeso a la derecha latinoamericana. La situación de Bolivia fue otro eje de análisis por la inestabilidad política posterior a unas elecciones cuyo resultado la oposición no reconoce.
En torno a la situación de Ecuador se propuso denunciar el “lawfare y la persecución a dirigentes políticos” con la cárcel.
Pasillos colmados
Por los pasillos del hotel emperador, mientras tanto, deambulan dirigentes de la más variadas ramas del kirchnerismo. Estaban presentes los sindicalistas Hugo Yasky y Roberto Baradel hablando sobre la reunión de ayer de la CGT con Fernández. También se lo vio exultante a Eduardo Valdés por la comida que tuvo lugar anoche en su casa donde el presidente electo y un reducido grupo de dirigentes del Grupo de Puebla corearon el lema “Lula libre, Lula vuelve”.
Antes de empezar la primera conferencia cerrada en uno de los salones del hotel, también circularon por allí el ex jefe de Gabinete kirchnerista Juan Manuel Abal Medina, Gabriel Fucks y Ariel Basteiro, departiendo con el diputado nacional Guillermo Carmona, Eduardo Sigal, ex subsecretario de Integración y Mercosur de la Cancillería, y María del Carmen Alarcón, secretaria de Integración Nacional durante la gestión de Cristina Kirchner.
También estaban los radicales Leopoldo Moreau, Gustavo López y Carlos Raimondi. Se destacó además la presencia de los intendentes del conurbano Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, y Mariano Cascallares, de Almirante Brown.
Hubo un show aparte con la presencia de Hebe de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo, a quien Fernández le dedicó parte de su discurso y con quien todos querían tomarse selfies.
El clima de euforia y mucha expectativa por lo que vendrá se percibió desde el inicio de esta cumbre del Grupo de Puebla, foro al que quieren convertir en una herramienta de lucha contra el neoliberalismo, pese al llamado del colombiano Ernesto Samper “a desideologizar las relaciones internacionales”.
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