Por Mitra Taj y Daniel Ramos
EL ALTO/LA PAZ, 23 nov (Reuters) – El Congreso de Bolivia aprobó por unanimidad en sus dos cámaras un proyecto de ley para anular las elecciones del 20 de octubre y allanar el camino para una nueva votación sin el expresidente Evo Morales en la papeleta, lo que abre una vía de salida a una crisis política que afecta al país desde hace semanas.
La presidenta interina Jeanine Añez, una exsenadora y opositora de Morales, promulgará la ley el domingo, según una fuente del palacio presidencial.
La aprobación del proyecto de ley se da en momentos en que manifestantes levantaron bloqueos de carreteras para mantener conversaciones con Añez, con las que se busca poner fin a semanas de disturbios que han dejado más de 30 muertos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
En tanto, los hijos del expresidente Evo Morales dejaron el sábado Bolivia rumbo a Argentina, adonde llegaron en la tarde como ciudadanos bolivianos comunes, sin pedido de asilo por el momento, dijo a Reuters una fuente de la cancillería argentina.
Evo Morales renunció a la presidencia bajo presión de las Fuerzas Armadas y manifestantes el 10 de noviembre, en medio de acusaciones de fraude en los comicios que le dieron un cuarto mandato consecutivo. Según el proyecto de ley aprobado en el Congreso, el exmandatario no podrá presentarse en los comicios.
«Las y los ciudadanos que hubieran sido reelectos de forma continua a un cargo electivo durante los dos períodos constitucionales anteriores no podrán postularse como candidatos al mismo cargo electivo», señala el texto, al que tuvo acceso Reuters.
Morales, un destacado líder socialista latinoamericano que estuvo en el poder casi 14 años, dijo que fue derrocado en un golpe de Estado y viajó a México, que le otorgó asilo.
Pero los legisladores de su partido Movimiento al Socialismo (MAS) han llegado a un acuerdo con otras agrupaciones políticas para aprobar una ley necesaria para designar un nuevo tribunal electoral que pueda convocar a nuevas elecciones en 2020.
En la ciudad de El Alto, cerca de la sede de gobierno en La Paz, la ruta de acceso a una planta de gas que ha sido un punto focal de los manifestantes fue reabierta el sábado.
Medios locales reportaron que los bloqueos de carreteras en otras regiones también se habían levantado como parte de una pausa en las manifestaciones.
Los vecinos de El Alto esperaban en una larga fila bajo la lluvia para abastecerse de gas fuera de la planta Senkata, donde ocho personas murieron el martes en enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y manifestantes.
«Hemos estado cocinando con leña en el patio», dijo la residente de El Alto Miriam González, de 44 años, mientras hacía fila desde hacía tres horas junto a miembros de su familia.
Pero algunos vecinos de El Alto dijeron que el bloqueo en Senkata podría reanudarse dependiendo de cómo resulte el diálogo con el gobierno. Medios locales reportaron que hubo nuevos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad el sábado en la región de Cochabamba, un bastión de apoyo a Morales.
Añez mantenía extensas conversaciones el sábado por la noche con líderes de las manifestaciones de El Alto y otras partes de Bolivia donde los bloqueos de carreteras han obstruido el paso de alimentos y combustible a las ciudades.
No estaba claro cuáles serían las demandas de los manifestantes a Añez.
En los últimos días, los manifestantes han marchado para pedir justicia para las personas muertas en los enfrentamientos y para derogar una ley aprobada por el gobierno de Añez que dio a los militares autorización para un mayor uso de la fuerza. Algunos incluso han pedido que Morales regrese a Bolivia para completar el resto de su mandato.
Los hijos de Morales, Evaliz y Álvaro, dejaron el país en la madrugada del sábado con instrucciones de Añez de proveerles seguridad, según un tuit del ministro de Gobierno, Arturo Murillo, quien publicó una foto de las tarjetas de embarque de un vuelo comercial hacia Buenos Aires, con escala en Lima.
(Reporte adicional de Mónica Machicao. Escrito por Lucila Sigal. Editado por Javier López de Lérida y Juana Casas)