Son días de turbulentos en las escuelas. De cambios demasiados abruptos, que no se llegan a asimilar y requieren respuesta inmediata. El avance del coronavirus en el país, y las medidas que ello trajo aparejado, cambiaron de raíz la dinámica escolar.
A contrarreloj, los colegios buscan respuestas. Intentan acercar a los docentes con sus alumnos, romper con la distancia y continuar con el proceso pedagógico más allá de la suspensión de las clases.
La licenciada Julieta Etkin es la directora de la Escuela Primaria ORT, Sede Belgrano. Ella escribió un relato en primera persona de los cimbronazos -así los califica- que debió emprender para que la estructura escolar no se resienta.
Hubo tres grandes momentos, relató Etkin. Primero, el desafío de mantener la escuela funcionando para aquellos alumnos que regresaban de viaje y debían cumplir con el aislamiento preventivo. Luego, la noticia de la suspensión de las clases en los tres niveles. Por último, el anuncio de la cuarentena obligatoria en todo el país. Todo en cuestión de días.
“Así como los médicos al finalizar sus estudios hacen su juramento hipocrático, hoy advertimos una suerte de puesta en acción del ‘juramento hipocrático’ de todos nuestros docentes”, cuenta la directora después de desandar un camino de fuertes turbulencias.
La carta completa
Cuando todo empezó, en las escuelas habían pasado tan sólo dos semanas desde el comienzo del ciclo lectivo. Así, antes de haber podido incluso habituarnos a la melodía del izado de bandera de las mañanas, nos llegaba el primer desafío: mantener la escuela para aquellos alumnos que debían quedarse en casa en una cuarentena preventiva. Desafío que enfrentamos con algunas adecuaciones y ajustes, pero sosteniendo la escuela que todos conocemos.
Luego llegó la tan “temida” suspensión de clases presenciales. Con ello nos devino un primer cimbronazo durante el cual procuramos –probablemente desde lo instintivo- navegar hacia “lo seguro”: continuar con nuestro proyecto educativo entendiendo que eso implicaba que las clases seguían, de otra manera claro estaba, pero Matemática seguía, Ciencias Sociales seguía y todas las áreas de aprendizaje seguían.
Hace más de una década que nuestra escuela cuenta con un campus virtual innovador que aloja y alberga las más diversas secuencias y propuestas de aprendizaje, con lo cual teníamos una herramienta sumamente potente y significativa para hacerle frente a este nuevo desafío.
Pero justo allí, cuando todavía parecía que recién estábamos empezando, nos deviene el aislamiento total. “Todos a casa”, ni turnos para la presencia de los docentes ni nada. Frente a lo cual, nuevamente con nuestro campus virtual como principal aliado, las propuestas escolares para hacer en casa continuaron.
Ahora, si bien tenemos la dicha de promover propuestas de calidad y construir competencias junto a nuestros docentes que los transforman en excelentísimos “curadores” de propuestas y contenidos para su “virtualización” que nos llenan de orgullo, percibíamos que a la escuela como nosotros la pensamos le faltaba algo importantísimo. Acaso ¿eso es la escuela? Y definitivamente nuestra respuesta fue un no rotundo. La escuela es construcción colectiva, la escuela siempre es con otro.
Todos conocemos modelos que se autodenominan “alternativos”, modelos de educación a distancia, propuestas de “home scholling” y otros tantos. A todos ellos se les pregunta: ¿y dónde quedan los vínculos?
Así fue como el tercer cimbronazo del aislamiento total nos llevó a repensar el gran desafío, una de las aristas clave de la escuela: su función socializadora, el entramado de relaciones que la escuela alberga, promueve y sobre el cual educa. Nos preguntamos entonces: ¿cómo estar cerca en tiempos de lejanía? ¿Cómo acompañar a nuestros alumnos en su aislamiento sin que este implique soledad?
Y así, como hacemos todos los días en nuestra escuela, con una pregunta orientadora, comenzamos en equipo a construir nuestras respuestas. Y así surge #ortencasa. Porque Ort ya estaba en las computadoras, en los celulares y en distintos dispositivos con Prácticas del Lenguaje, con Inglés y con otras tantas áreas; pero necesitábamos que nuestra escuela estuviese en las casas; escuchando, abrazando, brindando contención, acompañando a todos nuestros alumnos quienes están atravesados por una situación difícil de entender y transitar.
Así fue como en nuestro nivel primario, en menos de 24 horas y a través de la aplicación Zoom nos re-encontramos entre el domingo y el lunes feriado con más de 500 alumnos de entre 5 a 12 años, todos ellos desde sus casas reencontrándose con su grado para compartir, para verse, para contarse experiencias y sentires, mediados por la guía de sus docentes y orientadores escolares.
De ese modo, comenzamos juntos esta semana tan particular. Los alumnos necesitaban a sus docentes, necesitaban verlos, necesitaban oír su voz más allá de un audio o un video pre-grabado por más cálido y empático que fuese. Los chicos necesitaban saludarse, contarse sus días y así darse cuenta de que no están solos, que en otras casas y en otras familias circulan miedos parecidos, preguntas similares y las mismas esperanzas.
Al finalizar uno de estos encuentros, una maestra agradeció en privado por WhatsApp a uno de los directivos. Con la voz entrecortada de emoción, agradeció la iniciativa institucional que le dio la posibilidad de haberse podido encontrar con sus alumnos. ¿Por qué? Porque también los docentes necesitaban a sus alumnos.
Bajo el lema de #ortencasa fue también como decidimos diversificar los “puntos” y modalidades de encuentro. Y al encuentro con los aprendizajes en nuestro Campus Virtual, las experiencias compartidas a través de nuestra cuenta de Twitter, y los intercambios en Zoom. Le sumamos el encuentro en Instagram Live para que los días en casa sean más amenos y que este momento complejo lo superemos en compañía y con propuestas convocantes.
En suma, esta crónica intenta dar cuenta de cómo el hashtag #ortencasa es el símbolo o el modo de codificar en tiempos de redes sociales, nuestro lema institucional de “Educar para la Vida”. Una vida que tan solo luego de dos semanas del inicio de clases y en pleno período de adaptación, nos desafió a una “re-adaptación”: a una nueva modalidad de escuela, con nuevos formatos y temporalidades.
El lema de #ortencasa nos llevó a un punto de sinergia total de nuestros equipos docentes que hoy se encuentran trabajando –voluntariamente- incluso mucho más que en sus tiempos escolares regulares, en un clima que nos lleva a pensar metafóricamente que así como los médicos al finalizar sus estudios hacen su juramento hipocrático, hoy advertimos una suerte de puesta en acción del “juramento hipocrático” de todos nuestros docentes en su compromiso por promover la enseñanza, buscar los aprendizajes y acompañar a nuestros alumnos sea en las circunstancias que sea, sea la hora que sea, y sea en el lugar que sea.
Un punto de sinergia total también con las familias, donde la frase convencional de “familia y escuela trabajando juntos” se hace carne hoy mucho más que nunca. Es sabido que hay quienes hablan de las crisis como oportunidades. Esperamos que esta crisis mundial que tanto nos preocupa pueda traer no solo algo de esperanza y solidaridad cuando la salud de toda la población esté fuera de riesgo, sino también cuando todas las escuelas hayan podido tomar esta oportunidad para repensar y desafiar una vez más sus modelos con propuestas innovadoras y superadoras para el beneficio de toda su comunidad educativa.
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