El rescate cultural de las minas rumanas

El rescate cultural de las minas rumanas

Petrila (Romania), 14/07/2020.- A general view of I.D. Sarbu Memorial House, a culture project initiated by visual artist Ion Barbu, located in Petrila city, 310 Km north-east from Bucharest, in Jiului Valley mining site, Romania, 15 July 2020. Ion Dezideriu Sirbu (1919 - 1989), the most prodigious man of culture in the city of Petrila, a Romanian philosopher, novelist, essayist and dramatist, was a victim of the communist regime, spending about 6 years as a political prisoner. He was born in a miners family, and after being EFE/EPA/ROBERT GHEMENT
Petrila (Romania), 14/07/2020.- A general view of I.D. Sarbu Memorial House, a culture project initiated by visual artist Ion Barbu, located in Petrila city, 310 Km north-east from Bucharest, in Jiului Valley mining site, Romania, 15 July 2020. Ion Dezideriu Sirbu (1919 – 1989), the most prodigious man of culture in the city of Petrila, a Romanian philosopher, novelist, essayist and dramatist, was a victim of the communist regime, spending about 6 years as a political prisoner. He was born in a miners family, and after being EFE/EPA/ROBERT GHEMENT (ROBERT GHEMENT/)

Petrila (Rumanía), 30 jul (EFE).- Vestido con la chaqueta naranja que llevaba cuando formaba parte de los equipos de rescate de la mina de Petrila, en el cinturón del carbón rumano, el minero retirado Catalin Cenusa guía a los visitantes por la explotación en la que trabajó durante un cuarto de siglo.
Unas letras escritas a mano en la parte posterior de la chaqueta dan una idea de su labor en esta mina de carbón del centro de Rumanía, que dejó de funcionar en 2015 después de más de siglo y medio de actividad.
«Rescate cultural», se lee en su espalda. “Rescate” está serigrafiada, y debajo han añadido «cultural».
De rescatar mineros atrapados bajo tierra, Cenusa ha pasado a salvar el patrimonio de una era centrada en la minería de carbón a la que buena parte de los residentes de Petrila han dedicado su vida.
EXPLOTACIÓN CULTURAL
«Sin nuestra intervención esta mina habría sido derruida como todas las que han cerrado en la zona», dice Cenusa, miembro de la asociación Planeta Petrila, uno de los actores de la sociedad más activos en la batalla por salvar de la decadencia al Valle del Jiu (sureste de Rumanía).
Fundada en 2016, la asociación busca transformar Petrila en un polo de creación artística, de forma que la cultura sustituya al carbón en el protagonismo que durante décadas tuvo en la vida comunitaria de la región.
«Si sacamos a la superficie el patrimonio maravilloso de las minas y le damos un toque posmoderno obtendremos algo excepcional desde el punto de vista visual», explica Ion Barbu, un reconocido caricaturista nacido en Petrila.
Barbu trabajó quince años en la mina de Petrila como topógrafo, y ahora aspira a convertir su lugar natal en un universo mágico donde el arte y la imaginación signifiquen también prosperidad y futuro.
La actividad de Barbu y los demás miembros de Planeta Petrila ya ha empezado a dar sus frutos.
Gracias a ellos, Petrila tiene tres museos y la mina que iba a ser demolida por el Gobierno ha sido escenario de conciertos, festivales, espectáculos de teatro, talleres artísticos y exposiciones.
Pero el potencial de este yacimiento minero, un espectacular escenario posindustrial, está lejos de su máximo aprovechamiento. Según Barbú, es por la falta de apoyo de las autoridades.
EL PACTO VERDE
Como la mayoría de habitantes de la zona, Barbu lamenta el fracaso a la hora de usar los fondos europeos que Rumanía tiene a su disposición desde 2007, cuando ingresó en la Unión Europea (UE), para proyectos generadores de empleo e ingresos.
El caricaturista espera que las cosas cambien con el Pacto Verde (Green Deal) Europeo, el ambicioso plan para apoyar la transición hacia una economía más ecológica, puesto en marcha en 2019 por la Comisión Europea (CE).
Si la CE acepta lo que propone el Parlamento Europeo, el Pacto Verde supondrá para las regiones carboníferas del continente el acceso a 25.000 millones de euros para recuperarse económica y demográficamente del golpe que les supuso cerrar las minas.
De esta cantidad, unos 2.000 millones se destinarían a Rumanía y, gran parte iría al Valle del Jiu, la depresión que se extiende a través del río Jiu en los Cárpatos meridionales y que fue el motor de la economía nacional durante décadas gracias a las ingentes cantidades de carbón de su subsuelo.
Natural de Hunedoara, la provincia en la que se encuentra el Valle del Jiu, el europarlamentario rumano Siegried Muresan ejerce de relator de la Eurocámara para la dotación presupuestaria del citado acuerdo europeo para luchar contra el cambio climático.
Muresan, que pertenece al gobernante Partido Nacional Liberal (PNL) de Rumanía, es consciente de que la burocracia para acceder a los fondos europeos ha sido un obstáculo a menudo insalvable para muchos emprendedores de zonas como el Valle del Jiu.
El europarlamentario del Partido Popular Europeo (PPE) asegura que estas trabas serán eliminadas tanto en el nuevo presupuesto plurianual de la UE para 2021-2027, como en el Pacto Verde, mediante la simplificación de los trámites para obtener los fondos. «Además, se introducirá la prohibición de añadir burocracia a nivel nacional», afirma.
Antes de que, a finales de la década de 1990, el Gobierno rumano empezara a cerrar gradualmente sus yacimientos deficitarios y excesivamente subvencionados durante comunismo (hasta 1989), en el Valle del Jiu había 14 minas activas que empleaban a más de 50.000 personas. Hoy operan solo cuatro, con unos 3.000 trabajadores, y también serán liquidadas en los próximos años.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística rumano, la población de las seis localidades mineras que conforman el Valle del Jiu pasó de los cerca de 170.000 habitantes que tenía en 1997 a los menos de 100.000 que tiene hoy, una caída de más del 40 por ciento.
Parte de la esperanza de Barbu viene del proceso de consultas con la sociedad civil de la zona llevado a cabo por la CE para identificar necesidades e invertir el dinero procedente del Pacto con eficiencia.
DEPORTES DE AVENTURA
Además de Barbu, entre los sondeados por Bruselas está el estadounidense Dana Bates, que en el año 2000 se estableció con su esposa en la localidad de Lupeni del Valle del Jiu y dirige la ONG Nuevos Horizontes.
Bates es un apasionado de la naturaleza y el deporte, y ha creado en Lupeni un equipo de ciclismo de montaña en el que compiten y se forman unos 50 jóvenes de la zona.
Uno de sus proyectos es crear una ruta de bicicleta de montaña de 250 kilómetros a través de todo el Valle.
«Esta zona necesita esperanza y nuevas perspectivas de futuro, de lo contrario la gente se irá de aquí», dice mientras vigila el entrenamiento de dos integrantes de su equipo.
El estadounidense considera la bicicleta de montaña un deporte idóneo para la juventud de la zona: «necesitan riesgos sanos, maneras saludables de pasar el tiempo».
Bates también trabaja con empresas privadas de la región para convertir el Valle de Jiu en un destino internacional del ciclismo de montaña.
Para ello, el estadounidense ya ha acondicionado circuitos y el año pasado trajo a la zona el Campeonato Nacional de Enduro de Rumanía, que se celebró en Lupeni.
Cuenta, entre otros aliados, con la cooperación la Mutt Society -una ONG de su país dedicada a ayudar a comunidades pobres a través de este deporte-, que ha donado varias bicicletas profesionales a jóvenes ciclistas de la región, comoDaria Gruian y Gabi Muresan, dos adolescentes de 16 y 17 años con un futuro prometedor en este deporte, que está tomando impulso en Rumanía.
UN MUNDO QUE SE APAGA
La ilusión y el entusiasmo de estos jóvenes contrasta con la desesperanza que reina en la mina de carbón de Lonea, a pocos kilómetros de Lupeni y una de las cuatro explotaciones que siguen extrayendo carbón en la zona.
Efe habló con los mineros mientras se preparaban para empezar su turno diario y bajar a las galerías.
Ninguno de ellos quiso dar su nombre y todos se quejaron de las dificultades de trabajar con instrumentos e infraestructura desfasada en una mina que debe dejar de funcionar en julio del año que viene.
«No tenemos los medios suficientes porque han dejado de invertir; espero a que nos digan que cierran y jubilarnos cuanto antes», dice uno de ellos, que tiene 43 años y un cuarto de siglo de experiencia trabajando bajo tierra.
La mayoría de los mineros de Lonea están cerca de la edad de jubilación, que es de 45 años para los mineros subterráneos. Preguntados sobre sus planes de futuro, todos apuestan por vivir de su pensión y ninguno se plantea buscar un nuevo trabajo o abrir un negocio propio.
«Estamos demasiado machacados para empezar a trabajar en algo nuevo», dice el mismo minero antes de empezar su turno.
Los planes de futuro de los mineros ilustran uno de los problemas del Valle del Jiu. «El Estado ha dejado a la gente abandonada a su suerte», dice Cristina Sandor, una antigua minera de Petrila.
Sandor lamenta que la única inversión en la región fuera para pagar indemnizaciones y pensiones a los mineros retirados y esperar que gente sin formación o experiencia empresarial creara negocios y puestos de trabajo.
«Desde que empezaron a cerrar las minas aquí no se ha construido ni una fábrica», dice Sandor, cuyo hijo ha emigrado a la ciudad rumana de Cluj para ganarse la vida en el sector tecnológico.
«Nos gustaría volver a Petrila, pero aquí no hay nada que hacer y acceder a fondos europeos para montar algo es complicado debido a la burocracia», dice Edi Sandor, que vive en Cluj junto a su esposa, Diana, también natural de Petrila.
EDUCAR A TRAVÉS DE LA ESCALADA
A esta falta de perspectivas de futuro se enfrentan también decenas de niños y adolescentes en la antigua localidad minera de Vulcan, donde el brasileño Felipe Silva montó en 2012 su ONG, Sin Límites.
Junto a su esposa y los demás voluntarios de su asociación, Silva ofrece a más de 130 niños y adolescentes de la zona clases de lectura, matemáticas, guitarra, ciencia, finanzas básicas e informática, además de la oportunidad de iniciarse y competir en escalada.
«Desde que empezamos han pasado por aquí más de 600 niños y adolescentes», dice Silva, de 31 años, en la sala de escalada que ha puesto en marcha en Vulcan.
«La escalada ayuda a los niños a resolver problemas», explica Silva, que añade: «cuando un niño está escalando debe buscar soluciones a cada paso para llegar a la cima, que es lo mismo que hacemos en la vida para llegar adonde queremos».
Este deporte acaba de ser incluido en los Juegos Olímpicos, y las salas de escalada se han multiplicado en los últimos años en todo el mundo.
Desde este punto de vista, la escalada es también, para los niños de Vulcan que entrena Silva, una salida profesional. «Uno de ellos ya ha encontrado trabajo en una sala de escalada de Bucarest», dice el brasileño con satisfacción.
UNA DECISIÓN CRUCIAL
Preguntado sobre las alternativas a la minería que podrían desarrollarse a gran escala en el Valle del Jiu con fondos comunitarios, Muresan tiene claro que la región debe elegir entre los dos modelos más viables.
Por un lado está el turismo, con su fuerte componente de naturaleza y deporte, y por otro una reconversión industrial que los sucesivos Gobiernos rumanos no han tenido voluntad de acometer hasta ahora.
«No se pueden hacer las dos cosas, porque si la zona conserva su perfil industrial los turistas no vendrán en grandes cantidades», afirma Muresan, que ve fundamental la implicación del Estado a través de un plan estratégico para revitalizar la zona.
Marcel Gascón Barberá

Fuente: Infobae