De noche y con la muerte de copiloto: un recorrido por la Ciudad de México con los reporteros de la nota roja

De noche y con la muerte de copiloto: un recorrido por la Ciudad de México con los reporteros de la nota roja

Con 3.080 asesinatos junio se convirtió en el mes más violento en la historia moderna de México.

La capital del país no es ajena a la espiral de homicidios, violaciones y secuestros, aunque las autoridades pretendan “maquillar” los números – como denunció la actual administración sobre sus predecesores.

Sin importar con cuánto rímel y labial se embellezcan las estadísticas, debajo de los cosméticos hay un rostro crudo de la realidad: la nota roja.

Al final todo es político, y los políticos siempre van a querer esconder todos los problemas que aquejan a su población

Infobae México acompañó durante dos días a los hombres encargados de informar de los sucesos más sórdidos de la metrópoli mexicana, donde coexisten 20 millones de personas. Los reporteros de la nota roja que durante años han reseñado la violencia y son testigos de la escalada del crimen.

¿Cómo compaginan sus vidas con las escenas que a diario relatan?, ¿qué tan necesario es este tipo de periodismo? Esas son las preguntas y esta es la crónica.

(Foto: Armando Monroy, Cuartoscuro)
(Foto: Armando Monroy, Cuartoscuro)

Los onces de la nota roja

Falta poco para la media noche. La mayoría de los capitalinos se toman un respiro del ajetreo cotidiano y se entregan al descanso antes de volver a la rutina.

No es el caso de Manuel Acevedo. Para él la jornada apenas comienza. Mientras se prepara para salir de casa, su mujer y sus hijas lo despiden. Luego, en medio de la noche desierta, el fotógrafo recorre parte del Estado de México y media ciudad para llegar al corazón de la metrópoli.

El punto de reunión es una planta adecuada con algunos muebles y sillones, que anteceden a una área de computadoras y cabinas de radio. Aquel sitio, sin lugar para el descanso, forma parte de las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX), también conocida como Agencia 50, «búnker» o simplemente «procu».

Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.
Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.

Al llegar, Acevedo saluda al resto de sus colegas. Todos hacen guardia en el mismo lugar. Y aunque cada uno trabaja para su respectiva empresa, el objetivo sigue siendo el mismo: documentar los sucesos desafortunados –accidentes, asesinatos, robos, balaceras– que ocurran durante la noche en la capital del país con 4 de las 5 urbes más violentas del mundo (Tijuana en primer lugar, con una tasa de 138.26 homicidios por cada 100.000 habitantes, seguida de Acapulco y Caracas), posicionándose por encima de Brasil, Venezuela, Sudáfrica, Honduras, El Salvador, Guatemala, etc.

Conocidos también como los onces de la nota roja, su trabajo puede ser cualquier cosa menos convencional. Aquellos sitios en los que ninguna otra persona desearía estar, son donde probablemente se les llegue a encontrar. Escenas de crímenes, operativos policiales, accidentes de tránsito, desastres naturales, etc.

Nosotros somos calle. Cuando trabajas en esto, tienes que estar dispuesto a cualquier condición. Tu obtienes como reportero el momento mismo del dolor, el dolor verdadero, el dolor real

Rara vez se les verá trabajando solos. Casi siempre, aunque cada uno tome una ruta diferente, llegarán al mismo destino. Algunos -como Manuel Acevedo- llevan más de 20 años en el oficio, pero a comparación de los más experimentados eso es apenas algo significativo. Cualquiera puede trabajar cerca de ellos, pero solo pocos llegan a ser aceptados en el grupo. No por una cuestión de rito o iniciación, sino de respeto a los que llevan años.

Es recomendable dejar a un lado el ego y en su lugar tener buena disposición para el humor, el albur y el trabajo en equipo.

Ignorar esto puede conllevar a quedarse sin aliados en un panorama cada vez más inseguro y en el que los amigos muchas veces son la mejor ayuda.

«Para nosotros, en México ya se ha vuelto muy peligroso el trabajo de la guardia nocturna. En otros años te podía decir que éramos los reyes de la calle. Todo el mundo nos abría las puertas. Pero en la actualidad todo el mundo nos las cierra. Es un mundo de riesgo. Primero, en las zonas donde casi siempre andamos. Son zonas peligrosas. Los familiares, cuando llegas y te los encuentras dolidos porque les acaban de matar a un pariente. Después con la mismas autoridades. Ahora hasta la policía representa un peligro para el periodismo en México«, asegura el periodista.

Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.
Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.

Periodismo controvertido

En las portadas de los diarios populares que acaparan las primeras filas de los kioscos de Ciudad de México, el rostro más crudo y explícito de la violencia en el país (decapitados, desmembrados, calcinados, baleados) se muestra sin pudor a todo aquel que se cruce en su camino, sin importar que en muchos casos se trate de niños pequeños.

Ser cronista o fotógrafo de crímenes implica asumir cierta responsabilidad que a veces puede llegar a resultar incómoda. Conlleva ser criticado y repudiado por todos los que se niegan a considerar el género dentro del periodismo, reduciéndolo a simple lectura de mal gusto o estrategia comercial que lucra con la violencia y el dolor ajenos para vender la mayor cantidad de ejemplares. No es una lectura aceptada en todos los sectores.

En diálogo con Infobae, Manuel Acevedo no negó que lo anterior tuviera cierto grado de verdad. Pero se rehusó a descalificar el género como periodístico.

«Si no existieran los reporteros de nota roja, no se conocerían la mayoría de los crímenes que ocurren -al menos- en la Ciudad de México. Al final todo es político, y los políticos siempre van a querer esconder todos los problemas que aquejan a su población. Sobre todo los que tienen que ver con el tema de la seguridad«.

«Entonces, sí, es una estrategia comercial, sí, mueve al morbo, sí, también… Pero finalmente es la punta de lanza de cualquier inicio de investigación en materia policiaca», agregó.

Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.
Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.

Para el fotógrafo Hugo García, con cinco años de experiencia en el periódico El Gráfico, la labor informativa no está peleada con el sensacionalismo y el recuento de las muertes violentas puede servir como parámetro de inseguridad: «Yo creo que el morbo está en todos nosotros. Por ejemplo, cuando vas caminando en la calle y ves que está acordonada una avenida, inmediatamente sabes que algo pasó. En tu cerebro se despierta algo inconsciente. Quieres observar, indagar, saber qué está sucediendo. Te llena de intriga, y a veces de desesperación», comenta el fotoperiodista de 31 años, encargado de cubrir la mañana a bordo de una Susuki V-Strom 650. «Pero más allá de todo eso, la nota roja sirve como un puntual termómetro para conocer el grado de violencia que se vive en cada región, en cada lugar, en cada demarcación y ciudad del país».

En efecto, no sólo existen los onces de la noche. También están los que trabajan durante el día, desde primera hora de la mañana y hasta que cae el sol. La única diferencia entre unos y otros es el medio de transporte: en las horas de luz la motocicleta es el mejor vehículo para sortear el tráfico de la ciudad, pero mientras todos duermen el automóvil funciona mejor para resguardarse del peligro y el mal clima.

Por lo demás, la labor sigue siendo la misma. La nota roja nunca descansa. No importan la hora ni el día de la semana. En todo momento hay algún reportero, fotógrafo o camarógrafo atento a las frecuencias y chats de la policía, bomberos, paramédicos, taxistas, o cualquier fuente que sirva para enterarse del momento justo en que ocurra alguna desgracia.

En el gremio de la comunicación no son pocos los que consideran éste quehacer periodístico como el foro ideal para foguearse como reportero. La nota roja es lo duro, es la calle, pero también es la información de primera mano y en muchos casos la plataforma ideal para convertirse en un periodista con experiencia.

Violencia en Ciudad de México

Antes, para los de la noche nos bastaba un muertito. Pero ahora, si es uno ya no vamos. Tienen que ser tres o cuatro como mínimo

Las cifras retratan con frialdad la realidad de la violencia en México: solamente en junio se registraron 2.560 homicidios, la cifra más alta que se haya registrado en un solo mes.

Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.
Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.

Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), cerca de 20.599 personas han sido asesinada desde diciembre pasado, cuando empezó el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, en los anteriores sexenios fueron precursores del clima de inseguridad que priva.

La capital mexicana tampoco ha sido la excepción. En el período que abarcó los meses de enero y junio cerca de 113.415 personas fueron víctimas de hechos violentos en Ciudad de México. Con 20 años en las calles, Manuel Acevedo fue testigo de la degradación progresiva de la ciudad. «Si hay que medirlo, está 10 veces peor. La degradación de la condición humana en la actualidad es impresionante. No tiene límites. Antes, para los de la noche nos bastaba un muertito. Pero ahora, si es uno ya no vamos. Tienen que ser tres o cuatro como mínimo. La situación está entre 800 y 900 por ciento más fea que hace 20 años», aseguró.

Para el joven Hugo García, las víctimas de todos los días hablan por sí solas: «En los asesinatos la prueba más evidente es el cuerpo. No hay más. No se puede ocultar un cadáver. Es evidente que la situación ha empeorado».

Impacto psicológico

Me ha tocado ver desde uno, hasta más de 5o muertos juntos

Al ser testigo de la labor que ejercen diariamente este tipo de periodistas -acostumbrados a la violencia-, resulta casi inevitable preguntarse si su trabajo les repercute de algún modo psicológico. Aunque en el caso de Manuel Acevedo, es un tema que se ha ido sorteando.

Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.
Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.

«Para quien no está acostumbrado a este tipo de violencia, sí puede ser muy peligroso. Pero yo he crecido con ella. Llevó 20 años en esto. Me ha tocado ver desde uno, hasta más de 5o muertos juntos -en un accidente aéreo-, pero no creo que me haya afectado psicológicamente. Aunque quizá un médico me podría valorar mejor».

A Hugo García tampoco le causa gran impacto la sangre, pero en su caso admite que el trabajo le ha afectado en el carácter y en su vida privada.

«Me he vuelto más gruñón. Exploto más rápido. Antes para que yo me enojara era muy difícil. Ahora soy muy poco tolerante… No me da miedo ver muertos. He estado en balaceras, y la primera vez sí me dio miedo. Pero con el tiempo lo he asimilado. Sé que mi trabajo es muy peligroso, ya sea por el traslado en la moto -he tenido algunos accidentes fuertes- o por la forma en que me expongo todos los días. He estado en circunstancias difíciles y algunas en las que incluso mi vida corre peligro», reflexiona el fotógrafo. «Pero lo único en lo que siento que sí me ha afectado directamente es en mi relación. Después de seis años y un hijo, ahora estoy separado. Es un golpe duro para mí. Y yo sé que parte de todo esto es culpa de mi trabajo«.

Es posible que a mayor experiencia, menor sea el impacto que pueda ocasionar. Pero en el caso de Acevedo, hay una cosa que se ha mantenido firme a pesar de los años: el dolor ante determinadas situaciones.

– ¿Cuál es el evento más fuerte que te ha tocado subir?

«Un avionazo en Michoacán donde hubo entre 50 y 60 personas muertas. No recuerdo en que año fue, pero nos tocó ver como quedó la aeronave tras partirse a la mitad (decapitados, desmembrados). Fue una carnicería. Eso es de lo más impactante. Ahora, de lo más doloroso, ha habido mucho. Me han tocado muertes y asesinatos de mujeres y niños. Una vez fui a un accidente automovilístico en el que el conductor iba bajo efectos del alcohol. Se estrelló contra el muro de contención del viaducto. Pero el tipo traía a su hija en el asiento trasero. La niña venía de pie. Cuando este sujeto se estrella la niña sale proyectada y su cabecita quedó en el cofre del carro y el cuerpo adentro del parabrisas. Me tocó llegar antes que los servicios de emergencia. El tipo aún borracho la quería despertar. Yo acababa de ser padre en esos días».

Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.
Foto: Juan Vicente Manrique/Infobae.

Los incidentes que involucran niños son los que por lo general tocan las fibras más sensibles, cuenta el fotógrafo.

«Son cosas que realmente te duelen. Los demás, en cuestión violencia y accidentes, no es que no me duela. Pero finalmente es mi trabajo. Es lo que tengo que hacer».

Curiosamente, cuando se les preguntó a cada uno cómo les gustaría morir, tanto Acevedo como Hugo contestaron lo mismo:

«En mi casa. Acostadito y tranquilo», respondió el periodista más experimentado. «No me gustaría tener ningún accidente o ajuste de cuentas. Ya me ha tocado ver familiares míos morir. Uno por bala y otro por accidente automovilístico. Uno de ellos fue mi hermano. Me tocó verlo. Ya cuando llegué estaba muerto. Es algo muy fuerte. Sufre mucho la familia».

El más joven admite que a él también le gustaría morir tranquilo:»En mi cama, en mi casa, tal vez de alguna enfermedad o ya de viejo. Ver a mi hijo tranquilo y que mi mujer este ahí. No me gustaría morir en un accidente de tránsito, ni quemado ni ahogado ni balaceado. Tal vez un día dormirme y ya no despertar. Esa podría ser una buena opción», reflexiona.

Es complicado definir cuál es el requisito indispensable para ejercer el oficio. En el caso de Manuel Acevedo, periodista en Multimedios: Televisión, y por muchos años del emblemático periódico La Prensa, es la pasión por su trabajo lo que lo mueve a seguir pasando todas las noches lejos de su mujer y sus hijas.

«Yo te soy honesto. No cambiaría la nota roja por alguna otra. He tenido la oportunidad de hacerlo, lo hecho, en espectáculos, en deportes… pero siempre termino regresando a la nota roja. Porque esto es lo que más me gusta, es lo que me llama, esto es lo que sé, lo que domino«.

También explica que un buen requisito puede ser el gusto por la adrenalina.

Fuente: Infobae